Filosofía seriéfila (XI): esas series que nadie ve

Uno de los principales problemas que los españoles y otros extranjeros tenemos como espectadores indirectos de la televisión estadounidense es que sintetizamos nuestros nuevos hábitos televisivos no conforme a una parrilla televisiva previamente establecida —aunque cada vez se está viendo cómo esta conducta va desapareciendo y se amolda a otros hábitos— sino según el ruido generado en Internet y, concretamente en las redes sociales de las que formamos parte. En definitiva, podríamos decir que acabamos viendo lo mismo que otros usuarios de nuestra misma red, ya que la información sobre lo que ven unos y otros circula a velocidad de vértigo generando una tendencia más que obvia de cara a las nuevas afiliaciones televisivas. Esto explica, por otro lado, cómo en el apartado seriéfilo si no vemos las mismas series que nuestros followers, al menos recordamos su título, la opinión en torno a ella y, con toda seguridad, nos la habremos apuntado para verla algún día.

Por esta misma razón puede parecer que, de alguna forma, hay series que son un exitazo en la televisión americana por el ruido que generan en la Red, aunque la realidad sea bien distinta. No se nos pueden escapar ejemplos como Community y Fringe, dos series que han rozado la cancelación en más de una ocasión por sus malas audiencias pero que poseen un fandom desmesurado. Lo mismo se podría decir de las series de la cadena The CW (Gossip Girl, The Vampire Diaries, etc.) que son seguidas por muchos jóvenes pero que en cuestión de audiencias totales —podéis consultar el ranking de series de Deadline aquí— son bastante ninguneadas. Todas ellas, al fin y al cabo, son series destinadas aunque en distinta forma a un público joven que es casualmente el que utiliza con mayor asiduidad Internet para expresar sus gustos y desarrollar tendencias. De ahí que parezca que determinadas series son verdaderos bombazos cuando la cruda realidad es que si apenas se mantienen en pie es porque ese ruido, aunque inútil, mantiene una imagen de marca para las cadenas de la que no pueden ni deben olvidarse.

Lo mismo ocurre con series de alto concepto como Mad Men o Breaking Bad, constantemente mencionadas pero que resaltan más por su calidad que por sus espectadores, aunque tengan un público fidedigno que, y no es una sorpresa, muchas veces las sigue viendo no por el entretenimiento que ofrecen sino porque son conscientes de su calidad, objetiva o forzosamente; y si bien los dos ejemplos anteriores son indiscutibles pensemos en todas esas series de la HBO que se han ensalzado sólo por llevar el logo correcto. Y aunque la televisión de pago se mueve más por valores que por números, tampoco podemos olvidar este hecho.

Por supuesto, hay muchos casos donde ruido y realidad —audiencias— se complementan, como por ejemplo en How I Met Your Mother, Modern Family o Glee si hablamos de televisión en abierto o Game of Thrones y The Walking Dead si hablamos de televisión por cable. En realidad, son la mayoría. El dinamismo de las redes sociales junto al boom de las series de televisión fuerzan un ensanchamiento de los gustos televisivos, especialmente en los espectadores indirectos, logrando el consumo inesperado por parte de espectadores que quedan fuera del público objetivo de según qué programa. Porque no lo neguemos, al final lo acabamos viendo todo.

No obstante, toda esta diatriba tiene una dirección, porque es obvio que algo falla. Basta visitar el enlace anteriormente destacado para comprobar cómo hay series que, si bien nunca se mentan en las redes sociales, tienen un público descomunal. Son series que destacan principalmente por estar dirigidas a un público más adulto —teniendo en cuenta que en televisión entendemos adulto por tener entre 18 y 49 años— y que generalmente proceden de una cadena, la CBS. De hecho, observamos que las series con un mayor número de espectadores —aunque gran parte de ellos no forman parte del público que les interesa a las marcas— son procedimentales de todo tipo y siglas, como los de la factoría NCIS o CSI, Criminal Minds, The Mentalist, Blue Bloods, Unforgettable y varias más. Son las series invisibles, de las que nadie habla, pero que existen y son más fuertes de lo que parecen.

No sé vosotros, pero no conozco a nadie o quizás a pocas personas que vean estas series. Nunca las oigo mencionar en Twitter y, en general, los medios especializados estadounidenses tampoco les prestan demasiada atención. Pero están ahí, las siguen millones de personas tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. La mayor parte de sus espectadores —porque los hay también jóvenes, aunque sean una minoría— no utilizan o lo hacen con menor frecuencia las redes sociales, no están habituados a compartir sus intereses por Internet y no necesitan generar ruido para disfrutar de la televisión. Por eso, ahora que ha acabado la temporada de series, casi nadie se acuerda de mencionarlas. Y de descargarlas ya ni hablemos.

¿Quién se moja? ¿véis alguna de estas series? ¿estáis de acuerdo con lo comentado?

R.I.P. Horatio Caine