Solo queda un episodio de Breaking Bad para que termine la primera mitad de esta quinta y última temporada y más o menos podemos averiguar cómo acabará. Los personajes están siendo llevados al límite, aunque existan algunos fallos de lógica causados por la rapidez con la que está sucediendo todo. Sin duda, a partir de ahora todo solo puede ir a peor. Y a nosotros solo nos queda disfrutarlo.
Coca-Cola
Cuando Mike decía que no quería estar presente cuando la bomba de relojería en la que se convirtió Walter estallase, en realidad no sabía que esa bomba ya había detonado al mismo tiempo que la que acabó con la vida de Gus y Tío. De hecho, lo que hemos visto en esta temporada han sido simplemente las secuelas del impacto que ha tenido lo que Walter cree que es su nueva posición, por encima de todo y todos los demás. En episodios anteriores se nos ha mostrado cómo el señor White demostraba su arrogancia y orgullo con cada vez menos escrúpulos, hasta el punto de que ha surgido en él una ceguera propia de aquellos que han estado en el poder demasiado tiempo. Lo que curioso es que nuestro Heisenberg apenas se acaba de sentar en el trono.
Tras el episodio anterior, en el que ocurrieron demasiadas cosas en poco tiempo, vaticinamos que lo que quedaba de esta primera parte de la temporada de Breaking Bad sería de infarto, y ha sido así. Basta ver ese cold opening en el que se establece toda una declaración de intenciones del nuevo Walter, no solo ansioso de poder sino poseedor de una confianza cada vez más arrolladora. Según él ganarían todos, y de ello convence a Declan —el nuevo traficante— de que la meta azul es el producto que merece la pena comercializar, que es como la Coca-Cola clásica y no como esa mierda que venden en los supermercados, de marca blanca. Él es Heisenberg, él es Dios. Pero al mismo tiempo que consigue cerrar un nuevo negocio de distribución que le permite seguir siendo el rey, nos arroja esa metáfora a la cara, dejando claro que al igual que su producto, él es insustituible.
Pero, ¿lo es?
Déjame morir en paz
Siempre pensé que Mike llegaría hasta el final, principalmente porque su papel en la serie ha sido en parte el del testigo omnisciente de la progresión de Walter, casi como un reflejo en la ficción de los propios espectadores. Por ello, su salida ha sido devastadora, al mismo tiempo que preciosa; una muerte que a nivel de profundidad, causa incluso más tristeza que la de Jane. Pero como ya dijo antes el anciano, él no quería estar presente cuando todo se fuera a la mierda y estaba claro que Mike tenía que desaparecer del mapa de una manera o de otra. ¿Quién le parará los pies a Heisenberg ahora?
En cierto sentido, es culpa —o es el principal protagonista— de Mike que la DEA esté cada vez más cerca de la meta azul; él es responsable de los nueve soplones, es el encargado de mantenerlos callados y es el único que conoce al abogado que se encarga de realizar semanalmente los pagos. Y era de esperar que Hank y la DEA acabaran por encontrar un punto flojo en la armadura de Mike, que es precisamente aquello que no puede controlar. Cuando Hank, al que le ha sido ordenado que olvide a Mike, hace que su departamento siga al nuevo abogado —al que cómicamente Saul Goodman acredita como inútil— rápidamente establece esa conexión y pone la seguridad de Mike, y por consiguiente la de todos los demás, en peligro. Es curioso cómo Walter, que ha roto definitivamente relaciones con él, es quien le ayuda a escapar y quien le da el soplo —gracias a otra actuación estelar en el despacho de Hank— de que su vida corre peligro, pero es aún más sorprendente que Mike confíe en Walter para ello, tal vez para proteger a Jesse. Del mismo modo, no sorprende en absoluto la reacción de Walter cuando Mike le dice a la cara la dolorosa verdad del señor White: que su ambición le ha llevado demasiado lejos y que si hubiera sabido cuál era su lugar ahora no estarían como están. (Aplausos).
De hecho, la ambición le ha llevado tan lejos que le ha convertido en una persona imprudente. Todavía recuerdo a aquel Walter que planeaba al milímetro todos sus actos por miedo a que fuera descubierto, propia de aquel personaje todavía inseguro y temeroso de pisar donde no debía. Ahora es diferente: hace lo que cree necesario y medita sus acciones desde nuevas perspectivas.
El Walter de antes hubiera reaccionado ante la declaración de Mike con gritos y rencor, y no hubiera apretado el gatillo. El de ahora, en cambio, lo hubiera hecho sin pensar. En cuanto vimos el arma supimos lo que iba a pasar, porque encajaba en el patrón del nuevo Walter, pero es doloroso verle caer tan bajo. De hecho, cuando se reúne con el moribundo Mike al que ha pegado un tiro en el estómago, vemos a un Walter confuso, que por primera vez en mucho tiempo cuestiona sus propias decisiones, aunque rápidamente interpone excusas para librarse del sentimiento de culpa. De hecho, vemos por fin a un Walter sin la sombra de Heisenberg. ¿Será posible que el señor White haga un examen de conciencia que le permita sobrevivir a sí mismo?
Descansa en paz, Mike. Por fin.
Separados, de nuevo
Aunque el episodio ha estado cargado de tensión, no se nos puede pasar por alto la enésima discusión entre Walter y Jesse. Pinkman, convencido de que quiere dejar el negocio, en principio le sigue la corriente a Walter cuando éste le dice —con un par— a Declan que Jesse seguirá cocinando con él. No obstante, cuando Jesse descubre que su antiguo maestro no piensa dejarle marchar tan fácilmente hay un verdadero momento de agonía y creo que por primera vez vemos a Jesse al mismo nivel que Walter. Han tenido sus más y sus menos en el pasado, pero creo que ésta ha sido la discusión más significativa. Que Walter intente hundir moralmente a Jesse mientras éste le echa en cara su hipocresía y sus mentiras —al parecer se da cuenta de ello— no es moco de pavo. Afortunadamente para Walter, aunque Jesse se haya ido todavía tiene a Todd en sus manos, que parece estar totalmente a su disposición... aunque no me fiaría ni un pelo de él ni aunque sonara Goin' Down de The Monkeys un millón de veces más.
Aunque, por supuesto, se reconciliarán tarde o temprano. Esto es así.
*
¿Qué pasará a partir de ahora? El trailer del próximo episodio nos da algunas pistas, pero es obvio que lo primero que hará Walter —tal vez mientras sufre la carga de su conciencia— será contactar con Lydia y planear la muerte de los nueve soplones, que son los únicos que pueden delatarles. ¿Y qué hara Hank?
Ahora que Jesse está fuera, con dinero o sin él, me gustaría ver también un acercamiento entre Pinkman y Skyler, que se lanzaron esa simbólica y expresiva mirada en su último encuentro. ¿No sería interesante que ambos compartieran sus problemas o son demasiado diferentes como para cooperar? Creo que Jesse se huele la infelicidad de Skyler lo suficiente como para descubrir que en ella tiene una verdadera cómplice.
Vámonos, I wish.
Por cierto, la película que ve Mike es Los Sobornados de Fritz Lang
ResponderEliminarMuy buen análisis, como siempre!!
ResponderEliminarLa escena de la discusión entre Walt y Jesse ha sido sublime, pero me sigo quedando con aquella de la temporada 3 cuando Jesse estaba en la cama del hospital tras la paliza que le dio Hank. Jesse siempre se ha querido ir, y Walt se quita del medio a quien se lo quiera arrebatar. Lo peor es que Walt volverá a mentirle a Jesse...
Saludos,
-L
Que excelente blog y que soberbios análisis. Muy detallados todos, te felicito por tan grandes artículos.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! :)
ResponderEliminarNo tengo en mente esa discusión pero esta última creo que es la prueba definitiva de que Jesse se está dando cuenta de hasta dónde llega la mano de Walter, incluso sobre él.
Saludos!
Muchas gracias :)
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