La segunda temporada de La Amiga Estupenda, basada en Un Mal Nombre, el segundo libro de la saga escrita por Elena Ferrante, nos viene a mostrar el golpe brusco de realidad que Lila y Lenú se llevan a medida que se acercan a la madurez o sueñan con ella. Unas mentes inocentes llenas de sueños que descubren que la sociedad en la que viven, y que veían desde la lejanía cuando eran unas niñas, sigue igual o peor que antes. Los monstruos de su niñez, como Don Achille, no seguirán con vida, pero hay más monstruos y mucho más cerca de lo que se creen.
Durante los dos primeros episodios, que son los que hemos podido ver, vemos que la tónica frecuente durante la segunda tanda va a ser ver a las dos chicas hacer malabares, o no tantos, para no romper la frágil masculinidad de los hombres con los que comparten vida. Una masculinidad tóxica que las quiere obedientes sumisas y listas para cumplir con su papel de mujer perfecta y que no entienden que sus mujeres sean más ambiciosas que ellos. Atención, spoilers.
Lila es la que más duro parece tenerlo en este inicio de temporada. Recién casada con Stefano Carracci, tiene que soportar en la misma noche de bodas ser violada por su marido ente golpes e insultos. Las muestras de cariño han desaparecido, la máscara que tenía puesta Stefano se cae y exige a Lila lo que la sociedad le ha enseñado que le pertenece. Y el cuerpo de su mujer es una de esas cosas.
La joven Cerullo entiende desde ese momento cómo funciona su marido y cómo funciona la vida. Escondiendo sus moretones e inventándose excusas. Mentiras que la sociedad espera de ella aunque sepan perfectamente el origen de las marcas, porque si un marido pega a su mujer, sus motivos tendrá. Sus morados en la piel "tienen" justificación y ante ellos nadie reacciona, ni siquiera su familia que finge al extremo que todo va genial cuando llega a casa con el ojo morado.
La única esperanza de Lila es Lenú. Una Lenú que quiere apoyar a su amiga pero que a su vez ha sido criada en la misma sociedad machista. Aunque quiere protegerla, sabe que su amiga también "provoca la ira de su marido", y eso no debe hacerlo. Además, ella tiene problemas propios.
Su relación con Antonio va mal. Pero ya había empezado mal. Lenú había decidido tener novio porque Lila tenía novio. Y como Lila iba a perder la virginidad en su noche de bodas, ella pretende hacer lo mismo con Antonio. Un “buen novio” que la detiene porque no deben precipitarse pero que no duda en arrastrar la mano de Lenú a sus pantalones cada vez que se ven. Ella puede servir sus deseos sexuales, aunque sea masturbándole, pero dios no quiera que ella tenga apetito sexual.
La temporada parece que irá en este sentido. Mostrando y hundiendo a las dos protagonistas en una vida muy distinta a la que soñaban cuando leían Mujercitas. Una vida en la que, a pesar de que en parte continúan avanzando, una con sus zapatos y la otra con sus estudios, su relación con los hombres y el cómo las tratan marca su día a día. Un Mal Nombre es uno de los libros más duros de la saga, así que preparaos para una segunda temporada demoledora.
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