Hemos tenido la oportunidad de ver la segunda temporada de The Crown, serie de Netflix ganadora de dos Golden Globes, y hay mucho que contar sobre esta nueva entrega. Sin necesidad de hacer spoilers podemos adelantar que la serie sigue en su línea, manteniendo su elegancia y clase e incluso superándose a sí misma.
La monarquía británica vive una época de crisis y desconfianza por parte de la sociedad, que enfrenta de forma cruel y sin escrúpulos a la reina con la prensa y con todo el país en general. Y por si eso fuera poco, el matrimonio real presenta problemas, y la pareja deberá lidiar con ellos en silencio si no quieren crear más escándalos. En la primera temporada pudimos ver a una reina Elizabeth frágil, sin preparación para el cargo que repentinamente tuvo que tomar, y ahora se nos muestra a una joven más madura y fuerte, aparentemente segura de sí misma, que tendrá que afrontar duras críticas que la pondrán a prueba en todos los aspectos.
La personalidad de la protagonista se profundiza en esta nueva temporada, pudiendo apreciar su desarrollo en cada capítulo. Se muestran sus inseguridades, su firmeza, sus temores y su carácter frío pero vulnerable. Vemos a una reina sola, triste y confundida que se ve obligada a fingir, a aprender de sus errores y ser más fuerte que nunca para mantener su corona en su sitio.
Por otro lado, la extrovertida princesa Margaret le sigue guardando un profundo rencor a su hermana debido a que no la dejara casarse con el que era aparentemente el hombre de sus sueños. Sin hacer de esto la trama principal, se le dedica el tiempo suficiente para mostrarnos cómo vive un desamor; mediante el odio, la tristeza, la rabia y la soledad, la joven busca desesperadamente un nuevo romance que deje de hacerle sentir vacía. La serie muestra de forma inteligente, sin lentitud pero sin prisa, esta parte de la vida de la princesa Margaret, aprovechando para marcar las diferencias de las hermanas una vez más.
En esta segunda temporada de The Crown también podemos ver más allá de Philip, del cual en realidad nunca hemos sabido demasiado. El duque no se siente cómodo estando a la sombra de su mujer, y necesita brillar por sí mismo. Con esa fachada carismática y pícara y esa fortaleza que se ve traicionada por inseguridades, tendremos la oportunidad de ver a un Philip en su infancia y entenderemos con más claridad su personaje. Matt Smith hace un trabajo espléndido dando vida al duque de Edimburgo, estando, sin duda, a la altura de la protagonista.
El tiempo ha pasado, y los hijos de los monarcas han crecido y, al mismo tiempo, la familia se expande. Esto permitirá conocer más a personajes como Charles, el hijo de Philip y Elizabeth, y preparar al espectador para las siguientes temporadas, además de destacar una vez más que la vida en palacio no es tan fácil como parece.
Con una reina, que hubiera preferido pasar desapercibida, en el punto de mira y siendo objetivo de críticas, una relación matrimonial en crisis, una situación política y social que peligra y problemas familiares, la segunda temporada de The Crown viene cargada de emoción, con un ritmo firme y fuerte y una producción maravillosa, digna de la corona. Además de ser una joya visual, se nos ofrece una visión más humana de la monarquía, con la maravillosa interpretación de Claire Foy, quien dice adiós después de esta temporada, ya que en la tercera y cuarta la reina Elizabeth será protagonizada por Olivia Colman (Broadchurch). Foy se va por la puerta grande, como merece, dejándonos diez capítulos brillantes en uno de los regresos más esperados del año.
La segunda temporada de The Crown vuelve a Netflix el próximo 8 de diciembre.
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