¿Qué decía Clarke que tocaba ahora? ¿Sobrevivir? Por lo ocurrido en este segundo episodio se diría que no todo el mundo comprende la situación en la que se encuentran. Tal vez la idea de vamos a morir todos en seis meses no resulte tan estresante para un sector de la población que prefiere despilfarrar sus escasos recursos en misiones menores, minando las posibilidades de sobrevivir para la mayoría. Pero vayamos por partes.
Tras la caída de la Ciudad de la Luz, vuelven las rencillas existentes contra los Skaikru, y el posicionamiento del Rey Roan a favor de la alianza con ellos crea una división interna en su gobierno. Muchos clanes no están de acuerdo con la presencia del recién creado clan, al que consideran culpable de la muerte de Ontari y de la expansión de la Ciudad de la Luz que tanto daño ha hecho. Marcus, Abby y Octavia se encuentran en Polis tratando de mantener al rey Roan en su sitio, con el único objetivo de dar más tiempo a Clarke para conseguir una solución viable a la próxima Praimfaya. En sus intentos de mantener al rey en su trono usarán la diplomacia y la violencia necesaria, ya que sin duda es por un bien mayor. ¿Y qué hace el otro equipo con el tiempo que se les está dando? Nada. No es de extrañar que el propio Rey de Azgeda dude sobre la veracidad de las palabras de Wanheda y el teórico fin del mundo. Sus dudas le llevarán a confiar en Echo, que automáticamente ve una oportunidad para desenmascarar a los Skaikru: solo debe ir a ver a Clarke y verificar que realmente están buscando una solución para todo el mundo a la próxima Praimfaya. Las cartas están echadas.
Mientras que el equipo MOA (Marcus, Octavia y Abby) funciona perfectamente en Polis, CBR (Clarke, Bellamy y Raven) no podría estar en peor situación. Clarke se encuentra en la misma encrucijada que sus anteriores líderes tuvieron en el espacio: ¿debe hablar con su pueblo con la verdad sobre la llegada del fin del mundo y la posibilidad de que no consigan salvar a todos, o ha de optar por ocultarlo como hicieron en el Arca? La presencia de Thelonious arrepentido y deseosos de ayudar complica su decisión, y de paso nos crispa los nervios. ¿Hasta cuándo vamos a tener que soportarte? Por suerte, tenemos a Raven, que trae la cordura y el sentido común al equipo y, aunque no consigue que Clarke dé un discurso del todo sincero, al menos se pone en conocimiento a la población; lo que da más opciones de supervivencia a su causa. Clarke reconoce que no ha hablado con toda la verdad sino con optimismo, pero dicen que la esperanza es lo único más fuerte que el miedo.
El gran motivo de la desesperación de Raven, y la nuestra, viene servida de la mano de Bellamy, al que se le encarga una misión muy sencilla: ha de traer el hidrogenerador de la Estación Granja que posibilitará la creación de una segunda Arca para la supervivencia de al menos quinientas personas. Sin embargo, al llegar allí se encuentra con que la estación está habitada por miembros de la Nación del Hielo que tienen esclavos trabajando en la antigua nave. La sorpresa del equipo llega al descubrir que entre los esclavos hay miembros de su propia comunidad. En ese momento surge un problema ético: la máquina es en sí misma una bomba, que pueden usar para matar a los miembros de Azgeda y liberar a los presos o cumplir con su misión original y salvar en seis meses a cerca de quinientas personas. El equipo se divide entre ambas opciones, e ingenuos pensábamos que elegirían bien. Monty va con ellos, él siempre tiene solución y pone la razón ante todo. Pero la mayoría se impone, y deciden malgastar la que es su única oportunidad de sobrevivir como un arma para salvar a unos niños. A nosotros nos dan una píldora para apaciguarnos al desvelar que el líder del grupo de Azgeda era el asesino del padre de Monty... Pues a mi no me calma en absoluto. De hecho, nomino a Bellamy como el peor líder de la historia y a Raven como la persona con las paciencia de la tierra, ya que han decidido que teniéndola a ella la Praimfaya es un juego de niños.
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