Quan2co, el juego de palabras más fino desde la nochevieja de 2005, está ya aquí para darnos unas risas. Pero vuelven por los pelos. Y esto sí que ha sido hilar fino. Hasta luego, Matías Prats.
¿Qué has hecho, Priyanka de mi vida y de mi corazón, que te has quedado sólo con cuatro amiguitos y gracias? Salvo que las gemelas computen por dos, Josh Safran se ha marcado un relevo generacional en toda regla. Y no sólo ha recortado en plantilla y antigüedad, sino que junto con los bienios de varios actores se ha cargado también el presupuesto para laca. Pero a eso es otro tema. Las salidas obvias vía disparo en la cabeza y/o bomba atómica eran claras, pero Caleb, esa traición por tu parte y por parte de tus abdominales no la esperábamos.
La segunda desventura terrorista de Alexandra Parrish comienza, cómo no, con ella protagonista absoluta en mitad de un atentado muy explosivo y, en esta ocasión, muy poco logrado en lo que a efectos especiales se refiere. La fórmula se mantiene, pero bajando el listón. Recuerdo cuando aplaudíamos el “valor” de Quantico para no subestimar a sus espectadores con los filtros de Instagram subidos al máximo y otra parafernalia que diferenciase entre una línea temporal y otra. En esta segunda ronda, se les olvida que tenemos los mismos ojos para ver esos azules fríos del futuro y las detonaciones hechas con Movie Maker.
La trama de los atentados no nos dice nada nuevo. Poner a prueba a la madre patria del Tío Sam y siempre con malignas mentes carentes de orgullo americano volviéndose en contra de su propia nación. Mientras, el camino hasta el día en el que lloró la Estatua de la Libertad, nos presenta una vuelta a los inicios que Santo Tomás de Aquino, patrón de los estudiantes, protegerá de aquí a mayo. Alex y su chico regresan a los estudios paramilitares de la CIA tras la dinamitada graduación de su FBI natal. Qué mensaje tan bonito, nunca dejar de formarse en esta vida.
Año nuevo, clase nueva. Una serie teen con C4 y la carnaza habitual del género. No ha faltado la presentación de los refuerzos, de entre los que destacamos a un Russell Tovey (Looking) jugando peligrosamente con el typecast. Y sí, presentación: antes de mitad de episodio ya les tenían en pelotas enseñando pectoral. ¿Os sentís bien con vuestro cuerpo después del verano? Porque yo no. La esencia de Quantico/Quan2co/Quánchuco sigue intacta.
Ahora bien, ¿qué podemos esperar de una segunda temporada cuando las tramas de la primera quedaron tan sólidamente cerradas? Admitimos la sangre nueva y el “caso dos” como solución al dilema y quizás en la era de las antologías al alza, este principio pueda incluso jugar a favor de una continuidad más fraccionada. Aceptamos el relevo siempre y cuando mantengan el petardeo marca, y ya iremos viendo si mejor o peor. De momento, aprobamos.
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