Más allá de las adaptaciones de clásicos con demasiadas versiones a sus espaldas (Jane Austen, Guerra y Paz o las diversas obras de Victor Hugo), los ingleses se atreven a veces con novelas poco conocidas y que suponen un reto en su traslado a la televisión. El último intento ha sido The Secret Agent, de Joseph Conrad. Considerada una de sus obras más difíciles de adaptar —debido a sus continuos saltos temporales—, está inspirada en un hecho real y mezcla anarquismo, espionaje y terrorismo.
La amenaza del anarquismo
Situada
en 1886, nos encontramos en un contexto histórico en el que destacan los
avances científicos en campos como la química o la electricidad, que se mezcló
con los avances de la mecánica ayudando a que los escritores encontraran nuevas
historias para sus novelas. Así encontramos personajes como el de El
Profesor, que lleva siempre puesto un chaleco bomba como medida de extrema
para mantener alejada a la policía.
La
serie refleja bien estos detalles, así como el miedo imperante en la época a
las nuevas ideologías (no tanto por su violencia sino por su ansia por derribar
el orden social imperante, dominado por los privilegiados y que a las altas
esferas no les interesaba cambiar). Este miedo provoca el acoso constante de
las autoridades a grupos anarquistas y socialistas pero también encontramos la
figura del agent provocateur que encarna Verloc, el protagonista.
Es
un agente secreto al servicio de la embajada rusa, infiltrado en un heterogéneo
grupo subversivo y al que le imponen un nuevo contrato de trabajo: debe empujar
a sus compañeros a la violencia para que Inglaterra vea por fin la amenaza que
suponen estas ideologías y tener la excusa perfecta para aumentar la represión.
Verloc es un personaje pasivo, que se ve atrapado entre su conciencia y la
necesidad de mantener a su familia, a la que acabará implicando con graves
consecuencias.
Grandes
actores, poco impacto
Los
responsables de la serie parece que han decidido huir de los saltos temporales
(por lo menos en el primer episodio) para simplificar la trama lo que le ha
restado la originalidad e interés que poseía la novela. Nos encontramos así
ante un relato simple con poco misterio porque en seguida se le ven las
costuras al guión y vemos por dónde se van a desarrollar los hechos.
Y
aunque a Toby Jones el papel protagonista le sienta como un guante, al final
acaba resultando más interesante la trama de la tienda familiar (un elemento
secundario muy presente que pone de manifiesto la doble moral de la sociedad
victoriana y sus clases privilegiadas) y los problemas a los que se enfrenta su
mujer Winnie (interpretada por una siempre acertada Vicky McClure). La relación
con su hermano autista y su visión pragmática de la vida nos muestran a un personaje femenino poco habitual en este tipo de dramas de época.
Aunque
aún quedan otros dos episodios por emitir, The Secret Agent es uno de
esos escasos ejemplos en las producciones de la BBC donde una buena
ambientación y grandes actores no garantizan un producto redondo. Lo mejor de
esta miniserie es que te provoca a leer una novela que tiene mucho que ver con el mundo que nos rodea en la actualidad.
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