Una
pareja de viudas camina tranquilamente por los barrios bajos de Birmingham,
empujando unos carritos de bebé. Avanzan al son de Nick Cave hasta que los
dejan a la puerta de un pub y salen corriendo. Una bomba lo arrasa por completo
mientras deja un mensaje de confeti verde. La segunda temporada de Peaky
Blinders ha empezado por todo lo alto, con un ritmo sin tiempo para el
aburrimiento y unos actores que vuelven a demostrar que están en su salsa.
En
los primeros minutos se ha resuelto el cliffhanger que cerró la primera temporada,
con una Grace Burgess capaz de reaccionar más rápido que el inspector Campbell
para escapar entre la niebla con una mirada fría. Se agradece que no nos
dejasen con las dudas, estirando el misterio como se suele hacer en otras producciones
pero es un poco difícil creer que se puede sobrevivir a un tiro estando tan cerca.
Aún
así, el personaje de Sam Neill vuelve tras un par de años, una cojera, y
convertido en jefe de los servicios de inteligencia ingleses. Ah, y también con
una mano ganadora: disfrazando el atentado al cuartel general de los Peaky
Blinders bajo la autoría de insurgentes irlandeses, crea una
excusa para llamar la atención de Tommy. Al finalizar la conversación lo vemos
realmente enfadado por primera vez, ¿cuál es la gran tarea que le tiene
reservada?
Entre
tratos y complots, Aunt Polly sigue desesperada por encontrar a sus hijos,
cometiendo el error de acudir a una vidente estafadora. Hellen McCrory vuelve a
lucirse en una escena en la que mezcla a la perfección la violencia y
dolor que conviven en su personaje, una mujer que ha tenido que hacerse dura bajo las reglas de su familia. No me extraña que esta actriz
haya arrasado en la temporada teatral londinense con su papel de Medea.
Y
mientras todo esto sucede en Birmigham, los Shelby se van de vacaciones a
Londres: aprovechando que los jefes de las bandas de la capital están en una
carrera, entran en el local de la facción italiana para dejar un mensaje. Todo
sea para comprobar que Noah Taylor ha aprovechado su paso por Juego de Tronos
para darle un toque Locke a su personaje, con una extracción dental rápida y
sin anestesia.
El duro ascenso hasta la cima
Como
dijo Meñique en su ya mítico discurso: “El caos es una escalera. Muchos de los
que intentan escalar fallan y nunca lo intentan otra vez. La caída los rompe”.
Tommy siempre ha arriesgado en sus estrategias para subir peldaños en los bajos
fondos, pero en esta ocasión haber entrado en el territorio de Sabini ha subido
el precio: su relación con sus tres hermanos.
Ada,
ahora viuda, buscaba una oportunidad de ser libre tanto de la violencia de los
suyos como de la lucha agotadora de su marido a favor de los obreros. Sin
embargo, acaba convertida en el objeto de la venganza del mafioso italiano.
Las
ambiciones del líder de la banda afectarán también a Arthur Shelby. Lo hemos
visto más centrado aunque igual de apegado al alcohol… hasta que Tommy le
convence para dejar el medicamento que lo tranquilizaba, favoreciendo su vena
más destructiva. Por último, la expansión hacia el sur ha provocado un roce con
John y su mujer, que preferían quedarse en la seguridad de Birmingham.
¿Volverán a chocar en sus opiniones al ver que Londres no son “unas vacaciones”?
En
definitiva, ha sido un gran comienzo de temporada siguiendo el nivel de calidad
en cuanto a interpretación, fotografía o música -Johnny Cash en los años 20
tenía que pasar algún día- . Y saber que en el próximo capítulo Tom Hardy asume
el papel de Alfie Solomons, líder de las bandas judías de la City, no hace más
que aumentar las expectativas.
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