El décimo capítulo de la cuarta temporada de The Walking
Dead parece arrojarnos algo de esperanza en cuanto al futuro de los
supervivientes al asedio de la prisión, acaecido en el episodio octavo, junto antes
del parón. Si en el anterior, After, la narración seguía los pasos de
Rick y Carl, por un lado, y Michonne por otro (aunque los tres lograban
reunirse al final), en este Inmates podemos seguir al resto de personajes. Ya
nos imaginábamos que, al contrario de lo que creían los personajes,
pronto íbamos a volver a ver a Darryl, Beth, Tyreese, Sasha, Maggie y a la
pequeña Judith.
Los primeros minutos nos presentan a los dos primeros corriendo por
el bosque para huir de los caminantes, casi sin intercambiar palabra entre ellos. Derrotados,
deciden hacer un alto. Beth, pese a perder a su padre Hershel, se nos muestra
más optimista que el portador de la ballesta, que al principio no está de humor
ni para ponerse a rastrear. Beth, sin embargo, le invita a hacerlo para ver si así pueden reencontrarse con algunos de sus viejos amigos. Pronto descubrirán unas pisadas,
que seguirán hasta un pequeño claro junto a unas vías de tren, donde un número de caminantes dan cuenta de las
vísceras de varios cuerpos. Quizás de algunos de sus antiguos compañeros… Beth llora
desconsolada, pese a que hasta entonces la fe le había llenado de fuerza. Fe por encontrar más supervivientes a la carnicería del gobernador, en especial a Maggie.
Después, el nuevo episodio les abandona para mostrarnos el
destino de los más jóvenes del grupo: las rubitas Mica y Lizzie, empujadas a
crecer antes de tiempo, que recorren los senderos junto a Tyreese y la bebé
Judith en sus brazos. Unos minutos de alegría que pronto se tornan aprensión
por parte del espectador cuando el hombre debe abandonarlas al escuchar unos
gritos de socorro. Judith, como es entendible, no para de llorar, un llanto que
podría delatar a las pequeñas y atraer a cientos de zombies. Lizzie le tapa la boca, y no sabemos si será para siempre. Afortunadamente, las pequeñas tendrán una aliada inesperada y otra
alegría para los espectadores de The Walking Dead. Carol reaparece entre las
sombras y ayuda a las pequeñas, necesitadas de cariño maternal. Junto a ella
volverán a los brazos de Tyreese, que intentaba sin éxito ayudar a dos nómadas
que luchaban con caminantes frente a las vías del tren que ya vimos antes. Ambos extraños son
mordidos por los caminantes, pero antes de morir, el más mayor aconsejará al grupo seguir el curso de las vías, ya que a su fin podrán
encontrar refugio. Así, la familia improvisada comienza a andar y pocos
kilómetros más adelante un cartel confirmará sus ansias de encontrar un posible nuevo
hogar. Una pintada anima a los supervivientes a continuar hasta un
misterioso santuario… Más adelante veremos qué tipo de sitio será y quien morará allí…
Mientras tanto Sasha, Maggie y Bob, herido pero contento por
haber sobrevivido, decidirán seguir la carretera hacia el este en busca del
autobús en el que Glenn abandonó la prisión. Pese a las reticencias de Sasha,
pronto encontrarán el vehículo, abandonado a un lado de la carretera y lleno de
hambrientos caminantes. Aun así Maggie, ansiosa por encontrar a su pareja, se
armará de valor y se enfrentará a ellos uno a uno con su cuchillo. Una vez que
la casi decena de zombies sale del autobús (ni rastro de Glenn), Maggie decide
subir a él para inspeccionarlo por dentro. Dos seres moribundos más que la
joven se carga y los sentimientos la desbordan. Es un alivio que Glenn no sea
uno de los caminantes, pero al mismo tiempo la incógnita de su paradero deja
más vacío su corazón.
El plano cambia de la cara de ella a la de su amante,
abatido en el suelo. Pero de repente abre los ojos, y inesperadamente
descubrimos lo equivocados que hemos estado. Glenn aún está en la prisión,
debió de bajar del autobús cuando Maggie lo dejó para ir en busca de su hermana,
y después desfallecer en una especie de minarete derruido. Tras los segundos previos
de confusión, Glenn se levanta y descubre que, aunque no pueden alcanzarle
donde está, se encuentra rodeado por cientos de caminantes. Coge su fusil y se
dirige a las celdas en las que durante un tiempo se creyeron a salvo de la
barbarie. Allí se hace con algunos víveres y recupera el robusto traje negro
que alguna vez sirvió para proteger a los policías de la prisión en caso de
motín.
Al salir, se encuentra a otra vieja conocida, Tara, la
hermana de la última conquista del gobernador, a quien también engañó para
asediar la prisión y arrebatársela a Rick y su grupo. Todavía ida e intentando
asimilar lo ocurrido, Glenn le pedirá ayuda para eludir a los
zombies y salir de allí con vida. Juntos lo conseguirán y se lanzarán directos
al bosque. Tara, arrepentida de lo ocurrido y llena de culpa por la matanza
civil, le contará a Glenn el trágico destino de Hershel. Más adelante tendrán que enfrentarse a un
grupo de cuatro nuevos caminantes pero, una vez que se deshace de ellos,el pobre
Glenn cae al suelo exhausto. Tara intenta reanimarle y de repente vemos un jeep
detrás de ella… ¿Ayuda o ejecución a la vista? De repente tres figuras se
bajan, tres caras nuevas, dos hombres y una atractiva mujer. Y una servidora,
tras la ávida lectura de los cómics que dieron lugar a esta gran serie,
reconoce a las tres nuevas incorporaciones al reparto como Abraham, Rosita y
Eugene.
Solo decir "in your face" a los que decían que Judith había muerto y me estuvieron dando la murga en la review del 4x08
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