Nuevo episodio de esta sitcom. Un episodio bastante bueno, sin duda mejor que los anteriores. Nunca me imaginaba que Grayson tuviese un pasado tan ‘salvaje’, es decir, nunca le vi como el típico hombre que se acuesta una mujer distinta cada noche. Ha estado bastante bien, sobretodo la parte en la que Jules tira todo lo de la mesa tras confirmar la paternidad de Grayson. Aunque debo decir, que la mejor trama ha sido la de Ellie y Bobby, nunca olvidaré la escena en la que ella pasa con su coche en plan pandillera, me ha hecho soltar una carcajada, cosa que hace mucho que no conseguía esta serie.
Este episodio cuenta con varias tramas, en concreto con tres. La primera y principal, la protagonizan Jules y Grayson; ella quiere entrar en el matrimonio sin ningún lastre a sus espaldas, y para ello van a terapia matrimonial (aun sin estar casados). Pero cuando parece que no hay ningún problema, aparece uno: un antiguo ligue de los tantos que tuvo Grayson aparece para decirle que tiene una hija. Tras confirmar su paternidad, Jules no se lo tomará nada bien, hasta que Ellie le hace ver que ella también tiene un hijo de otro hombre y que debería apoyarlo.
Luego tenemos a Ellie que para tener tiempo para ella sola, se mete mar adentro para ‘surfear’, que en realidad es sentarse en la tabla y pasar el tiempo. Lo que no espera es que Bobby si surfea, y decide enseñarle a su amiga a surfear para que no tenga que dejarse arrastrar por la corriente para volver a la orilla. Ante la cabezonería y negatividad de Ellie, gracias a su nueva novia, Bobby insistirá hasta que Ellie termina aprendiendo porque no hay que darse por vencido con los amigos.
Y por último tenemos a Laurie, la pobre echa de menos pasar el tiempo con Travis, y se da cuenta de que ya no va detrás de ella. Así que ella se decide a cambiar eso, hasta ayudar a su compañero de piso a hacer un baile para la fraternidad, en el que Travis participará para sacar una sonrisa a Laurie. Al fin y al cabo, son buenos amigos, y siempre van a hacer lo que sea por el otro.
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