Nos sobran canales, no damos abasto con las plataformas y, desde luego, nos falta tiempo para ver siquiera la mitad de la producción televisiva cada año. Esto no mejora en lo que a dejarnos respirar se refiere, pero oye, sarna con gusto no pica y hoy vamos a repasar las 10 nuevas series que representan mejor lo que ha sido el sobrevivir, destacar o merecer ser destacadas en el 2018 televisivo.
10. You
You tenía toda la pinta de ser un dramilla neoyorquino pseudorromántico protagonizado por dos estandartes del trash teen como son Penn Badgley y Shay Mitchell. El cotilla y la mentirosilla dejaban atrás, contra todo pronóstico, cualquier rasgo de petardeo (salvando un más que atrofiado rango actoral tras años de interpretar a Emily) y se zambullían en un estudio psicológico de las perversiones y desviaciones de un sociópata romantizado. Lo que viene siendo un arma de doble filo narrativa donde los villanos son pintados de antihéroe y hay que ir con pies de plomo en la lectura de las perspectivas. Por ponernos en posiciones moralmente incómodas, You abre lista.
España, patria querida. Después de Las chicas del cable, ¿quién tenía motivos para confiar en la producción nacional de Netflix? Nadie. Y entonces llegaron los niños pijos. Los pijos, los de barrio, los del furor genital y los de los arranques homicidas. ¿Cómo puede ser revelación una hija bastarda de How to Get Away with Murder y Gossip Girl? Muy fácil: enganchando con pura droga a todos los escépticos de la ficción española. Por si quedaban pocas dudas tras Vis a vis y La casa de papel, oficialmente tenemos must originales en casa que saben darle la vuelta de tuerca de rigor al género desde todos los ángulos del teen criminal.
8. Dietland
Descorazonadora cancelación del año cuyos motivos no entendemos, salvo por aquello de que claramente AMC no concibe darle atención a las mujeres en sus dramas. O a la dramedia en sí. Dietland era la salvaje y sincera crítica de los cánones de belleza desde el punto de vista de una muchacha con sobrepeso sometida a las presiones de encajar en ellos desde que se levanta hasta que se acuesta. La potencial pereza demanda social se salva con una conspiración terrorista inesperada que, desde el surrealismo, hace de Dietland una de las propuestas más completas y versátiles del año. Claramente en la casa de Walter White y Don Draper no hay hueco para una mujer llamada Plum, y esa cancelación sigue siendo un crimen de odio.
7. Heathers
En el otro lado del espectro del compromiso social televisivo tenemos a la polémica del año, con el permiso de Insatiable. Y sin él también, que al menos esos adorables bastardos llegaron a emitirse en condiciones. Heathers iba a haber sido la gran obsesión de la primavera si no llega a ser por un directivo de Paramount al que le entró caquita cuando vio que las asociaciones de padres y familias delicaditas iban a lanzárseles al cuello al ver la de atrocidades que estos adolescentes sin complejos iban a perpetrar en su prime time. La adaptación del ya clásico de Winona era un desbarrar constante de homicidios, salvajismo, reprobación y violencia verbal más tóxica que una ensaladilla de chiringuito. Qué poco se aprecia la comedia negra y qué daño ha hecho no saber educar a los niños en Estados Unidos.
6. Sweetbitter
Rescatada de la sección "series que no ha visto nadie", hay que reconocer que el coming of age postadolescente necesita su lugar entre tanto folleteo de instituto. Sweetbitter nos propone ser esa chica inocente de ninguna parte mudándose a Nueva York y enamorarse de la ciudad, de la presunta madurez y de un mundo nuevo de sensaciones. Es tan breve que normal que haya pasado desapercibida. La historia de Tess y sus compañeros de trabajo en un restaurante pijo con más salseo que salsa es de escasas tres horas de metraje entre mayo y junio, poniendo a prueba los límites de la empatía, pero para bien. Por intoxicarnos con su salida del cascarón y recordarnos lo que es verlo todo con ojos nuevos, faltan lanzas que romper a favor de Sweetbitter.
5. The Haunting of Hill House
No estábamos preparados para la resurrección del género de terror de esta manera. Y claramente no se lo íbamos a confiar a Sabrina. En abril lo hablábamos, y la respuesta tardó unos meses en forma de familia atormentada, de estética finamente lograda, de meter el miedo en el cuerpo sutil y confiando en los fondos hasta que la señora del cuello partido venga a comerte a toda velocidad. Este cuento va más allá de sus intenciones de ponernos mal cuerpo y se recrea en la tortura emocional de sus personajes, de la noción del pasado y de cuánto cuesta mantener la mierda maquillada y debajo de la alfombra.
4. Homecoming
Sam Esmail, grande y uno. Y sí, de Julia Roberts podríamos decir algo bonito, pero aquí hemos venido a rendir homenaje al Autor con mayúsculas que termina de coronarse antes de que culmine su ópera prima siquiera. Esmail abandona las ciberconspiraciones contra el capitalismo de Mr. Robot para entretenerse y entretenernos con los juegos mentales que el Tío Sam emplea en sus maltrechos soldados en pleno trastorno de estrés postraumático. Nos gusta un thriller psicológico más que a un tonto un lápiz, y si encima se mezcla con la fotografía marca de Esmail y apuesta por, he aquí la auténtica revelación, romper las leyes de los géneros y los formatos adaptándonoslo a media hora por episodio, ¿qué podemos hacer? A sus pies.
3. Escape at Dannemora
Las fugas carcelarias quedaron muy maltrechas tras el intento de resurrección de Prison Break, pero en este equipo podemos confiar. A media temporada por ahora, esperemos que esta miniserie mantenga su palabra de formato (Big Little Lies, con énfasis en lies) tras su séptimo episodio. Basada en hechos reales, su premisa es tan sencilla como definir su propio género. ¿Lo más atractivo de ella? Además de la exquisita producción, realista hasta en las canciones que suenan en la radio, es que más que una fuga de prisión perpetúa la fuga de talentos del cine a la televisión porque, amigos, no hay nada que nos llene más de orgullo y de satisfacción que ver que la pantalla pequeña no tiene nada de pequeña. Patricia Arquette, Benicio del Toro y Paul Dano forman un trío cuanto menos curioso cuya interacción en esta sobria pero impresionante obra promete que los premios esta temporada irán muy poco repartidos.
2. Sharp Objects
¡¿Sharp Objects no es el número uno?! ¡Ultraje! Desde luego que no. Que Sharp Objects iba a ser un pepinazo estaba más que cantado, pero lo realmente impensable sería excluirla de la lista y, siendo honestos, por exceder las expectativas también lo merece. Amy Adams destruye todo thriller psicológico anterior y deja el listón terriblemente alto con esta historia de pasados tortuosos, niñas desaparecidas, mil y un trastornos psiquiátricos y hermanas que dan auténtico terror. Una saga familiar sureña gótica complicada de explicar sin que suene a tv movie de Antena 3 y que perdérsela (tanto ella en sí misma, como cada uno de los mil detalles fugaces que no te permiten desconectar medio frame de la pantalla) es el principal pecado mortal de esta temporada. Don’t tell Mama.
1. Killing Eve
Phoebe Waller-Bridge es una de nuestras guionistas fetiche. Navegando en un gremio machista, y aún más todavía en aguas británicas, la joven deslumbró con Fleabag y Crashing, dos comedias revelación en su año. Pero lanzarse al policial era algo que no venía con todas las garantías firmadas. No tarda mucho el primer episodio en asegurarnos que ponerla a ella dirigiendo a la todopoderosa Sandra Oh y a una ya consagrada Jodie Comer iba a ser el dúo de potencias más maravilloso de 2018. El tira y afloja, la obsesión mutua, la fascinación nuestra... Las dinámicas polarizadas inundan cada capa de esta dramedia, llevándola a situaciones y clímax inusitados que demuestran que todavía, a estas alturas de sobrecarga del sistema de la Peak TV, se puede seguir innovando.
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