Crítica: The Handmaid's Tale 2x05 Seeds

Si existe algo realmente importante en Gilead es la apariencia. El valor del individuo como tal ha desaparecido. Este es ahora parte de una cadena donde cada pieza es importante por su función, no por ella en sí misma. La pieza, si no funciona correctamente, daña el sistema y debe desaparecer, independientemente del nombre e identidad de la misma.

Gilead es una colmena con un pensamiento único: el bien de la patria. Un pensamiento que se interpreta bajo un disfraz de inocencia y entrega altruista, que no es más que la fachada que cubre el dolor, la impotencia y la desesperación de todos y cada uno de los miembros del país. Todos los demás, los que no pudieron seguir el rol encomendado, están muertos o en las colonias; un infierno en la superficie de la tierra. 

Serena no parece contenta con el simple sometimiento de Offred. Ella necesita que su entrega sea real y auténtica. La falta de palabra de la criada, su desgana o el hecho de que se parezca más a un robot que a un humano llevan a la esposa al hastío, incomprensión y al enfado. No es un secreto que June no es una de sus personas favoritas. Sin embargo, es la mujer que le va a entregar lo que más quiere Serena en el mundo: un hijo. Pero para que esto suceda, la madre biológica no solo debe estar sana en cuerpo, sino también mentalmente, como le recuerda Tía Lydia en una de sus visitas.

Pero Joy tiene otra idea de lo que su criada necesita. La esposa de Waterford parece empeñada en aislar a Offred, dejarla sola y sin posibilidad de pedir ayuda a nadie más que no sea la futura madre de su hijo. Aunque para ello deba librarse del propio Nick, apelando a los celos de su marido. Pero hay un fallo en el plan de Serena, puesto que June prefiere morir y arrastrar al niño que lleva dentro en el intento antes que pedir ayuda a la mujer de la casa. ¿Servirá esto para que Serena tome conciencia de lo que arriesga con su actitud?

Promo 2x06 First Blood