Si dejamos a un lado los gags de porrero en la línea de la escena de "wassap" de Scary Movie y asumimos que no podemos pedirle el nivel de Veep a unos guionistas que no son capaces de concretar un plan de temporada definido, el 14x20, homenaje al movimiento 420 emitido para el 20 de abril, es un episodio más que aceptable en comparación con lo que nos llevamos tragando estos meses. Nos vamos a quedar con las escenas simpaticonas: Maggie, el queso y cómo demuestran maestría en la construcción del chiste plantando bien su semilla y recuperándola a los veinte minutos; DeLuca hecho un ovillo y siendo tierno y bonito, que es para lo que le hemos contratado; Alex y su bebé de patatas fritas; y, cómo no, la extraña pareja Bailey/Kepner en el papel estelar de gaiteras nasales.
Destacable también cómo juegan al contraste de tonos, como antaño, con eso de casi cargarse a uno de los becarios. Y esa competición encubierta que parece haberse abierto para ver cuál es el mejor de ellos, porque claramente sólo puede quedar uno. Depórtalos, despídelos con arterias sesgadas, lo que sea. Esto es Operación Interno. El ganador se llevará el derecho de reconocerle como ser humano ficticio respetable y que nos aprendamos su nombre. Aquí somos Team Gafas. ¿Tú de quién eres?
Lo más curioso de todo es que, pese al improvisado Club de la comedia que se marcan, plantean dos líneas narrativas de aquí a fin de curso así de la nada, pero con un afán de hacer las cosas medio bien para poder decir que bien está lo que bien acaba.
Lo de Hunt. Ya que hemos empezado hablando del festival del humor, vamos a enlazar con otro gran chiste. ¿De qué bolsillo ha salido esta trama? Técnicamente, y siempre hablando desde fundamentos teóricos, cada año, sobre julio o así, los guionistas de esta serie se reúnen con CaShonda Rhimes para crear un esquema de toda la temporada, sus tramas y los arcos de cada personaje. 24 episodios son un porrón, nadie lo niega. Ole sus pelotas el año que los hacen bien y otros exabruptos para casos como el presente. No obstante, si tienes un personaje maceta como es el caso de Owen Hunt con una necesidad de drama imperativa desde que Cristina Yang pasó a mejor vida (momento publicitario para que veáis la nueva serie de Sandra Oh, que está bastante mejor hecha que esto), y Amelia claramente no se merece esto, ¿por qué metes un punto de inflexión como la paternidad de refilón en un episodio 19 y le sueltas un bebé como el que suelta un pañal sucio en el episodio 20? Me niego a creer que esto se hablase en julio y nadie lo empalmase de alguna manera en ese vacío existencial de los últimos tres meses.
Esto es meter un elemento a la desesperada de la noche a la mañana para hacer sufrir a la audiencia y darle vidilla a cierto personaje. ¿A Hunt? En absoluto. Hunt es un personaje que no suscitaría interés metiéndole vidilla o metiéndole el palo de la bandera por el culo y poniéndole a ondear a media asta al son de la trompeta. Aquí hemos venido a ver cuánto tarda Amelia en meterse en este jardín y de qué manera sale corriendo, no sin antes tener trastorno postraumático por aquel niño que le nació sin cerebro en el spin-off de Addison. Momento no tan publicitario para reclamar que Addison vuelva en la 15ª como salvadora del universo.
Trama dos: el Weinstein Avery. Con bastante más interés y menos cantinela protesta como la deportación de la amiguita de DeLuca, este escándalo explota hoy de buenas porque Scandal literalmente acaba de terminar y debe ser que había que recolocar personal en Shondaland.
De manera puntual, esta historia quedaría bonita en manos de Mama Avery como instigadora por aquello de, como comentábamos, no hacer del acoso laboral el mismo bodrio mal manifestado que fue la cuestión inmigratoria la semana pasada. Mama Avery siendo mano ejecutora del encubrimiento, al mismo tiempo que es una víctima del sistema por definición, es un acierto. Ahora bien: si queremos darle longitud al hundimiento de un nombre que lleva 14 años dando vueltas en la serie, que tiene mimbres dramáticos, que tiene uso social, que cumple todos los requisitos para ser una trama interesante jugando con la poca mitología que puede llegar a tener un drama médico, ¿por qué te la sacas de la manga cuando has tenido al tirano en cuestión muriéndose en el episodio 3 de esta misma temporada y no se ha vuelto a hablar del tema?
La continuidad es la auténtica víctima de esta serie en este momento. Volvemos al croquis del mes de julio. Si presentamos a este señor como un pedazo de malnacido jurásico de entrada, le matamos para alivio de todos y encima queremos que su apellido y el de toda su casta quede embarrado, ¿por qué no lo hacemos bien hilado? Y más si queremos que la protagonista sea instrumento clave en la cuestión. Nada más empieza el curso en septiembre se plantea ganar el Harper Avery como el gran arco de Meredith. En el episodio 7 ya se deja finiquitado el asunto. Hasta hoy, 13 episodios de vacío. Salvo que quieras justificar la historia de la Dra. Madrid como hilo conductor de todo eso. En ese caso, o esta ha sido la jugada de oro con la que los guionistas en el final de Perdidos no pudieron dar, o realmente ya no sabían cómo excusar esa relaxing cup of café con leche.
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