Salvado por la campana de la benignidad. Así huye la trama del tumor de Amelia de las hambrientas fauces de la crítica. No habremus un Izzie 2.0, no veremos el fantasma de Denny Duquette rondando por el hospital —porque vaya movida traerle ahora con el bate de béisbol y los walking deads pegados al culo— y, si CaShonda respeta nuestras necesidades físicas y corporales de cara a la 15ª temporada, tampoco deberíamos ir de entierro. Excepto si quiere dejar a Amelia viuda. En ese caso, señora, tire millas.
Tras el emocionalmente apocalíptico cliffhanger de la semana pasada, el cariz de la dolencia de Amelia abre un mundo nuevo de posibilidades. “Llevas patológicamente zumbada desde hace diez años”. Conocemos a Amelia Tumor. Amamos a Amelia Tumor. Pero de Amelia Cabeza Vacía-Mediocre no sabemos nada. Esa mujer puede ser un vegetal narrativo que no nos dé juego. Puede ser una Meredith Bis que la pinches y ni salga aire. Las variedades de la digievolución de Amelia Tumor son infinitas. Entre ellas un face to face entre dos Amelias haciendo uso y disfrute de las refinadas técnicas de ilusionismo digital de las que dispone nuestro culebrón de 0.99€ favorito.
Estamos más que relajados viendo que no hay copia y pega, que Katherine puede #HeiglVuelve con su trama intacta [ylenia-en-tu-vida.gif] y que la dimensión emocional de esta historia tiene mil maneras de atropellar al espectador: Maggie con su pleno derecho a llorar porque acaba de morir su madre, la sempiterna sombra de los ojitos tiernos del Difunto, Meredith siendo grande y acurrucándose en la cama con Amelia cual dócil perrete que huele el drama en el dueño. Hasta Geena Davis se habrá removido en su tumba o por donde sea que ande ahora.
Perrete in the sheets de su cuñada, pero Dostoyevski in the streets. Meredith se ha dedicado a la vida contemplativa cual literato zarista. La semana pasada hablábamos de que si Megan iba a ser esa paciente VIP de la temporada. Pues no. Porque ni nos interesa ni nos da la gana. El psiquiatra de Meredith Grey no es que sea VIP, es que es paciente business platinum centurión deluxe premium. Lo que habrá oído ese hombre. Lo que habrá sufrido. Un santo que se quiere ir al otro barrio intentando —porque que esta mujer es un caso perdido lo sabe él, lo sabes tú y lo sabe esa hija que aparece para que no se olvide su madre de que existe— poner cordura en esa cabeza. Maravillosa Meredith que abusa de un psiquiatra dado de baja durante su propio horario laboral y luego se mete a su cirugía para mirar como el jubilado que contempla las obras del Metro. Eso es un papo de aquí a Lima.
Grandes Papos de la Humanidad, Volumen 2: Arizona Robbins. Qué mal le ha sentado el Despacito este verano a Arizona que ha echado el cierre al chiringuito, por lo visto. Con lo que ha gozado ella de Callie, de Leah Murphy, de Minnick Mouse, de la chiquita esa que salía en One Tree Hill… Y ahora le dice una sexóloga que le recete un dedo a una parturienta y se lleva las manos a la cabeza. ¿Qué me estás container, Arizona de mi corazón? ¿Tanta mujer a la fuga en tu vida te ha dejado complejo de Marco y te piensas que en esta serie ya no va a haber clítoris? Te me estás cayendo de los patines, así de claro te lo digo.
La que por lo menos sigue fiel a su tónica habitual es April: en un quinto plano que no se ve ni con microscopio atómico, su highlight de la semana es recordar que a ella le pidieron matrimonio vía flashmob de 500 Miles. Punto número 1: como si fuera algo para recordar y no para meterte debajo de una piedra. Punto número 2: ¿y qué tal resultado dio? Un preámbulo impecable... ¡para luego marcarte un Novia a la fuga con la versión acústica de Total Eclipse of the Heart! ¡¿Eso no lo utilizas para fomentar el amor adolescente?! It’s April, bitch.
Y, a continuación, la trama chiste de la semana patrocinada por la otra mitad de los Avery. Reaparece Yayo Avery. Para el que no se acuerde, padre de aquel hostelero entre las nieves que nos presentaron el año pasado en Japril: The Sequel y, a su vez, el mítico señor que tiene un premio con su nombre y apellido por el cual Cristina Yang —en su gloria esté— mojaba braga. Por lo que se ve, su ex nuera Mama Avery depende él y, en este episodio, se persona en el hospital ocho temporadas después para dar un poquito por el culito con un discurso machista que este año no se va a tolerar por los tacones de Miranda Bailey. El nivel de surrealismo de este cruce con Jurassic Park es alto hasta el punto de que 40 minutos después nos quedamos con la duda de qué falta hacía el dinosaurio este aquí, para qué matarle tan ridículamente y de si sólo se trataba de un gag tragicómico negro más dilatado que estos humildes párrafos. Me lo expliquen, por favor.
Finalizamos nuestro repaso semanal a la actualidad sanitaria del Seattle Grace Mercy Death & Risas con ellos: los Jolex. Los Bonitos han pasado a mejor vida y ahora Alex y Jopelines han vuelto al amor. Al amor de ascensor, el de comfort food, el clásico, el auténticamente anatómico greysiano, el que nos gusta. Ya veremos cuánto dura la Reconquista del Jolex. Si la dinamita el ex que Alex tuvo el detallazo de no asesinar a sangre fría o si lo hará el Bonito quitándose la camiseta nada más. O quizás Izzie. Quién sabe. ¿Son excesivas dos menciones por artículo a las ganas por siempre insatisfechas de Katherine Heigl de volver? No, ¿verdad? ¿O esperamos a que vuelva a hundir otra serie en CBS por renovar el chiste? Nada, no preocuparse, es inagotable.
Sed buenos esta semana, que ya bastante mal karma generamos aquí.
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