A principios de este 2018 llegó a nuestras pantallas la miniserie de Channel 4 protagonizada por Sarah Lancashire, Kiri. Ésta cuenta la historia de Miriam, una trabajadora social que se ve envuelta en la desaparición de una niña de nueve años a punto de ser adoptada. A pesar de ser sólo cuatro capítulos, las circunstancias dejan varias incógnitas que se resolverán a lo largo de la serie: ¿qué pasó con Kiri? ¿De quién es la culpa? ¿Qué tan importante es la biología cuando se habla del amor a un hijo? ¿En quién podemos confiar?
Recordándonos ligeramente a la británica Broadchurch pero quizá menos intensa y más simple, Kiri no necesita una producción millonaria ni giros argumentales constantes para dejarnos con la boca abierta. El drama presenta un misterio y un acontecimiento trágico que sirve para mostrar el argumento principal: las consecuencias de la desaparición de Kiri. La niña, de raza negra, estaba a punto de ser adoptada por una familia blanca. Cuando Miriam lleva a Kiri a una visita sin supervisar con sus abuelos biológicos y nunca más vuelve a casa, los protagonistas lucharán por descubrir la verdad y castigar a los supuestos culpables. La serie avanza de forma rápida pero sin prisa, desarrollando la trama de forma inteligente en los cuatro capítulos que la forman.
Aunque aparentemente esta miniserie parezca otro drama más con una desaparición, un misterio y una batalla legal complicada, lo que marca la diferencia es la complejidad del caso. Kiri presenta racismo, privilegio, poder y prejuicios en cada capítulo. Además de estar protagonizada por un personaje principal fuerte y encantador que se mete al público en el bolsillo, este drama de Jack Thorne nos hace plantearnos nuestra propia visión de ver el mundo en una compleja pero corta historia que va más allá de lo que muestra en un principio.
Las interpretaciones de Kiri son uno de sus puntos más fuertes. Una poderosa y natural Sarah Lancashire (Happy Valley) hace que nos encariñemos con su personaje y que casi no dudemos de ella, nos compadecemos de su historia y de sus errores, porque nos hace sentir su dolor y frustración. El joven y casi desconocido actor Finn Bennett nos da una interpretación brillante dando vida a Simon, el hijo apartado y misterioso de la familia de acogida de Kiri. Además, cabe destacar a Lia Williams, la futura madre adoptiva de la niña.
Por otro lado, el desenlace de Kiri no nos deja del todo satisfechos. Después de un buen giro argumental y un último capítulo lleno de emociones, el final se queda un tanto frío. No sería justo tachar la serie de "decepcionante" únicamente porque podría haber acabado mejor y no con un final que parece hecho demasiado rápido, pero sí hay que decir que no era lo que la serie merecía. Ésta consigue cerrarse respondiendo a todas las incógnitas iniciales, pero es un cierre que podría haberse llevado mejor. Un final no define una serie, pero sí dice mucho de ella.
Como muchas de las series de Channel 4, Kiri es una serie que vale la pena ver siempre y cuando se busque un drama corto lleno de misterio y buenas interpretaciones, pero tampoco es trascendental. Aunque tiene un toque original y único que muchas otras series no se atreverían a mostrar, Kiri es una miniserie dramática notable que no pasaría a la historia de la televisión británica, quizá porque esta ha puesto ya el listón bastante alto en cuanto a series de este género, pero eso no significa que no sea digna de ver y de disfrutar. Lo es, y la recomendamos.
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