Expectativas altas no cumplidas con la nueva serie de la Hendricks (Mad Men), Retta (Parks & Recreation) y Mae Whitman (Parenthood). Tres mujeres con suficientes horas de prime time a sus espaldas como para defenderte cualquier papel y no quedarse a medio gas por culpa de un guion al que le falta riesgo y confianza en su mensaje: feminismo por bandera capaz de conquistar tanto en el terreno social como en el cómico. Good Girls llega en buen momento para las mujeres haciendo piña, pero en mala hora para no darlo todo en pantalla. Empezamos.
Good Girls nos cuenta la historia —desde teórica comedia negra— de tres cabezas de familia con problemas financieros, como cualquier hija de vecina. La matriarca de clase media-alta que descubre que su marido es el típico infiel asiduo a las jovencitas y al desfalco doméstico, la madraza que es víctima del estado del bienestar americano o falta del mismo para salvar a su hija y la joven y alocada madre que, aunque carezca de mucha dirección en la vida, lo primero es buscar dinero para pelear por la custodia de su fluido vástago.
Las tres, enfurecidas por la brecha salarial, el techo de cristal y los hombres en general, deciden poner fin a su tragedia económica atracando el supermercado donde trabaja una de ellas. Con tan mala fortuna, tanto para ellas como aún más para nosotros, que caen en una trama de chantajes y mafias por un error absurdo que os dejaremos juzgar a vosotros mismos.
El piloto lleva buen paso. La presentación de los personajes y sus dinámicas es efectiva. Lo que decepciona es la escasa profundidad de las damas en cuestión. Las hemos visto a todas. No hay un giro del arquetipo de madre coraje. Cada una tiene cierto matiz diferenciador respecto a las otras: bien edad, bien lo sufrida que es o bien ser Christina Hendricks haciendo otra vez de seria mujer empoderada que no se deja ser reducida a su apariencia física. El remedio era aparente: si no conseguimos tres personajes de categoría y que despunten, apoyémonos al menos en la comedia. Y tampoco.
Al guion le falta cocción. Le faltan veinte vueltas a los diálogos para sacar mínima punta al gag y otras ochenta para limar unos puntos de giro de primero de Comunicación Audiovisual. No tiene mal ritmo, eso se lo podemos reconocer. Sabe en qué cadena juega y qué lentitud encima no se podría permitir. Así que te puedes distraer esperando el momento en el que se vienen arriba. El cual todavía no ha llegado, pero le vamos a dar el voto de confianza y ya nos arrepentiremos en tres semanas.
Tras el proyecto está Jenna Bans. Pupila de Shonda Rhimes habiendo ejercido en Grey’s y Scandal bajo su ala, también tiene créditos como escritora para Desperate Housewives, y de Wisteria Lane Good Girls parece beber bastante más. Volando en solitario, la experiencia como showrunner de Bans se reduce a The Family, un drama familiar que se estrelló en 2016 y del que esperamos poco hereden las chicas buenas.
Dicho lo cual, y por el bien del feminismo en los canales generalistas, de aquí sólo se puede ir hacia arriba.
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