No hay nada más peligroso que un hombre humillado, salvo una mujer callada. Este es el resumen de la séptima temporada de American Horror Story, once capítulos que muestran un episodio más en la guerra de géneros, que se libra desde el principio de los tiempos. Escuchar el último discurso de Kai es como visualizar la lista de cosas que deberían darnos vergüenza sobre la desigualdad entre el hombre y la mujer, unas diferencias que en una sociedad moderna no deberían de tener cabida. El error de SCUM es el mismo que el del machismo: pensar que la supremacía de uno de los géneros es necesaria cuando es esa diferencia la que nos impide avanzar, además de ser una idea medieval que impregna todos y cada uno de los aspectos de la sociedad.
American Horror Story es una serie de terror, aunque en esta temporada ese sentimiento haya pasado desapercibido. Sin embargo, nos deberíamos preguntar por qué no hemos sentido miedo. Y creo que es necesario reflexionar en este punto; ya que tal vez no haya espíritus acosando a los protagonistas o vampiros y zombies masacrando a la población, pero hay otra cosa que da mucho más miedo: la realidad. La séptima temporada muestra gobiernos autoritarios, sociedades desiguales, sectores de la población marginados por cuestiones de sexo, raza, etc. Y son esas cosas las que nos deberían quitar el sueño, puesto que convivimos con ellas a diario. Quizás sea por eso que no deparamos en ello, ya estamos acostumbrados. La realidad que nos rodea no nos asusta, aunque debería. Si una raza alienígena pisase por un segundo nuestro planeta y dedicase una hora a ver las noticias, se llevaría las manos a la cabeza preguntándose cómo una raza inteligente puede vivir en un mundo así y, tras esa reflexión, se alejaría lo más rápido que fuese posible de este planeta del terror.
¿No es triste que existan hoy en día personas que hablen y opinen como Kai? ¿Que piensen que su condición como hombre blanco les da la autoridad para hacer lo que quieran con el mundo, que ha de doblegarse a su voluntad y necesidades? No creo que la respuesta sea matar esa mentalidad como hace Beverly cuando dispara a Kai a la cabeza. El cambio es necesario, pero la violencia no será el camino que nos conduzca a la igualdad. La vía sensata es a través de la educación, que es la única manera de cambiar una forma de pensar impuesta. Nadie nace creyendo que es superior, esa idea se desarrolla por lo que se percibe a través del entorno. Esperemos y luchemos por un futuro en el que ser igual sea lo normal.
COMENTARIOS