Os vamos a proponer un planazo para este fin de semana. Una de zombies. Pero de zombies bien, con sustancia y entretenimiento, no sólo en los principios y finales de temporada. La última comedia de Netflix se llama Santa Clarita Diet y no, no es la respuesta yanki a la dieta de la alcachofa. Ésta sí que te va a funcionar a la vez que la disfrutas, siempre y cuando no le metas muchas palomitas. El sudar ya lo pones tú.
Santa Clarita Diet es la historia de una pareja compuesta por Drew Barrymore y Timothy Olyphant. Dos agentes inmobiliarios anulados por la crisis de la mediana edad en el típico barrio residencial de la América de clase media alta. Hasta aquí, una comedia normal. Salvo por el hecho de que Barrymore se muere y resucita en mitad del primer episodio con unos instintos caníbales bastante entretenidos.
Esta comedia negra auna la frivolidad del “vamos a ver a quién me como esta noche” y el encanto del clásico entorno familiar. El elemento de la ciencia ficción que, a fin de cuentas, no es más que la capa extra de texto que gira la tuerca de la matrimoniada de toda la vida, se presta más como una excusa para el desfile de chistes y situaciones sui géneris que para construir una trama de incógnita.
A Sheila y Joel se les unen en el reparto una hija con demasiadas luces y demasiado cinismo como para no sumarse rápidamente al carro de mami zombie, un vecino enamorado de nuestra nueva adolescente favorita, y un reparto de secundarios extravagantes que terminan de poner la guinda al pastel de esta sencilla, pero efectiva serie. Todo ambientado en la siempre agradecida e idílica California de ensueño, sector acomodado donde la apariencia siempre oculta un eterno recuerdo a Desperate Housewives.
La nueva de Netflix es la primera incursión de una de esas eternas de la gran pantalla que por fin se pasan a la gran streaming. La Barrymore hace gala de por qué todos sus trabajos en televisión se han limitado a la producción ejecutiva de reality shows. A buen entendedor, pocas palabras basta y no vamos a recordar los Razzies tampoco porque no son lo nuestro.
Santa Clarita Diet no busca el triple tirabuzón. Está claro cuál es la intención: escribir una comedia inteligente, muy agradable de ver y que se preste a un maratón propio de la casa. Lo que prometen es lo que han servido de principio a fin. Y últimamente no está el panorama para no dar gracias cuando no nos venden humo, ¿verdad? No vamos a apuntar a nadie.
Simpática, ocurrente, con el equilibrio adecuado entre buenrollista y ácida. En resumidas cuentas, que aprueba de largo, pese a que temamos que no vaya a agitar masas ni a convertirse en un fenómeno pasadas dos semanas.
Disponible la primera temporada desde hoy viernes en Netflix.
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