Una de las cosas que más nos gusta de la televisión es la capacidad que tiene para poner ciertos temas de conversación sobre la mesa, dar voz a cualquier colectivo y concienciar sobre ciertas problemáticas. Sin embargo, en lo que a agresiones sexuales se refiere, en el panorama estadounidense no se están haciendo demasiados esfuerzos: a menudo, una violación es el recurso fácil para dar "profundidad" a un personaje femenino o para impactar al espectador, sin que a la larga las secuelas de la misma tengan consecuencias en la trama.
La cultura de la violación que existe en muchos campus universitarios norteamericanos se ha tratado, de pasada, en series como The Good Wife o The Newsroom (esta última adoptó, además, un enfoque bastante cuestionable), pero nunca con la atención que se merece. Por suerte, MTV ha decidido cambiar la tónica general con su último estreno, Sweet/Vicious, un serie que no solo da voz a las víctimas y denuncia el problema sino que consigue ser divertidísima por el camino. No nos andaremos con rodeos: es una comedia que tiene que ver todo el mundo.
La protagonista de Sweet/Vicious es Jules (Eliza Bennett), una estudiante universitaria que fue violada y a la que las leyes del campus no protegieron en absoluto. Ahora, disfrazada de ninja, es una justiciera que se dedica a ir dando palizas por el campus a cualquier tío que haya violado a una compañera. El azar quiere que en su camino se cruce Ophelia (Taylor Dearden), la camello oficial de la facultad, que gracias a sus conocimientos informáticos se convierte en fiel companion de la protagonista. Juntas, localizan a los agresores y se aseguran, a golpe de bate, de que no vuelvan a tocar a nadie sin consentimiento.
El sentido del humor, que va de lo más negro a lo más absurdo, es la principal baza de la serie. Teniendo en cuenta el tema que aborda, Sweet/Vicious podría ser un drama y no podríamos reprochárselo. Sin embargo, su creadora, Jennifer Kaytin Robinson, no ha tenido miedo de crear una serie ácida, a la que se le notan claramente las influencias de Veronica Mars y Buffy, porque sabe perfectamente en qué momentos puede meter un chiste y qué escenas requieren un tratamiento más serio.
El equilibrio cómico y dramático es perfecto, y le permite construir tramas paralelas que enriquecen mucho la serie. ¿Qué secuelas tiene la violación de la que fue víctima Jules en su vida diaria? ¿Cómo se relaciona con los demás desde entonces? ¿Por qué es como es Ophelia? Sweet/Vicious responde poco a poco a estas preguntas mientras va afianzando la relación entre las dos justicieras, que no solo funcionan porque derrochan carisma, sino también porque son personajes tridimensionales que se notan auténticos.
Es cierto que las audiencias no han acompañado, y Sweet/Vicious lo tendrá difícil para renovar por una segunda temporada (quizá el apoyo de la crítica especializada sirva de algo), pero, incluso si acaba siendo flor de un día como BrainDead, verla habrá merecido la pena. Con cinco episodios emitidos hasta la fecha, la serie de MTV nos ha abierto un poco más la mente, nos ha ayudado a comprender mejor un concepto tan simple como el del consentimiento (y a entender que no es necesario que exista penetración para hablar de agresión sexual) y, casi igual de importante, consigue hacernos reír durante 40 minutos a la semana que se pasan volando. ¡Larga vida a Ophelia y Jules!
La protagonista de Sweet/Vicious es Jules (Eliza Bennett), una estudiante universitaria que fue violada y a la que las leyes del campus no protegieron en absoluto. Ahora, disfrazada de ninja, es una justiciera que se dedica a ir dando palizas por el campus a cualquier tío que haya violado a una compañera. El azar quiere que en su camino se cruce Ophelia (Taylor Dearden), la camello oficial de la facultad, que gracias a sus conocimientos informáticos se convierte en fiel companion de la protagonista. Juntas, localizan a los agresores y se aseguran, a golpe de bate, de que no vuelvan a tocar a nadie sin consentimiento.
La mezcla perfecta entre humor y desarrollo dramático
El sentido del humor, que va de lo más negro a lo más absurdo, es la principal baza de la serie. Teniendo en cuenta el tema que aborda, Sweet/Vicious podría ser un drama y no podríamos reprochárselo. Sin embargo, su creadora, Jennifer Kaytin Robinson, no ha tenido miedo de crear una serie ácida, a la que se le notan claramente las influencias de Veronica Mars y Buffy, porque sabe perfectamente en qué momentos puede meter un chiste y qué escenas requieren un tratamiento más serio.
El equilibrio cómico y dramático es perfecto, y le permite construir tramas paralelas que enriquecen mucho la serie. ¿Qué secuelas tiene la violación de la que fue víctima Jules en su vida diaria? ¿Cómo se relaciona con los demás desde entonces? ¿Por qué es como es Ophelia? Sweet/Vicious responde poco a poco a estas preguntas mientras va afianzando la relación entre las dos justicieras, que no solo funcionan porque derrochan carisma, sino también porque son personajes tridimensionales que se notan auténticos.
Es cierto que las audiencias no han acompañado, y Sweet/Vicious lo tendrá difícil para renovar por una segunda temporada (quizá el apoyo de la crítica especializada sirva de algo), pero, incluso si acaba siendo flor de un día como BrainDead, verla habrá merecido la pena. Con cinco episodios emitidos hasta la fecha, la serie de MTV nos ha abierto un poco más la mente, nos ha ayudado a comprender mejor un concepto tan simple como el del consentimiento (y a entender que no es necesario que exista penetración para hablar de agresión sexual) y, casi igual de importante, consigue hacernos reír durante 40 minutos a la semana que se pasan volando. ¡Larga vida a Ophelia y Jules!
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