El verano pasado ya comentamos que no hay temporada baja en la época del Peak TV. Las cadenas, especialmente las de cable, se reservan algunas de sus series más potentes para el período estival, y una de las que más ganas teníamos de volver a ver es UnREAL, que se cuenta entre las grandes revelaciones de 2015 y nos demostró que incluso Lifetime puede hacer televisión de calidad. Además, nada sienta mejor con este calor que ese cóctel calculado al milímetro y perfectamente mezclado que es la serie protagonizada por Constance Zimmer y Shiri Appleby. Pero, ¿por qué es UnREAL la serie veraniega perfecta?
En primer lugar, porque a UnREAL no le falta de nada. Tiene todo lo que se le puede pedir a un entretenimiento veraniego sin complejos. Hay mucho sexo, conflictos superdramáticos, cocaína, humillaciones personales, torturas psicológicas, humor autoconsciente y, como guinda del pastel, un juego metatelevisivo que, como fans de la televisión americana, hace que disfrutemos el triple.
Pero, mientras desmonta el trabajo tras las cámaras de los programas de citas, UnREAL también nos muestra el desarrollo de Everlasting. Puede que no sea lo primordial, pero la serie se puede ver como un reality en sí mismo: todos tenemos nuestras pretendientas favoritas, nos reímos con las polémicas mamarrachas que se forman en la casa y sufrimos con según qué expulsiones. Vale, en este caso estamos hablando de una completa ficción, pero si algo nos ha demostrado Everlasting es que este tipo de programas tienen poco de 'real'.
Básicamente, en la serie de Lifetime nunca dejan de pasar cosas: lo que ocurre en Everlasting, las discusiones entre los productores, los problemas mentales de Rachel, su vida sentimental... El ritmo no para. Cada escena es excesiva como pensábamos que solo Shonda sabía serlo. Es una especie de Scandal al cuadrado en el que los cuarenta minutos de duración de los episodios parecen veinte, y no hay nada más agradecido de ver que una serie en la que ni un solo plano del metraje sobra.
Y, sin embargo, no se trata de un mero entretenimiento vacío. UnREAL no es en absoluto pretenciosa, pero habla de relaciones tóxicas, de lo atractivo del poder, de lo manipulable que puede ser una audiencia y de la decadencia humana en general; temas que nos va lanzando como balas y que tan pronto nos hacen vibrar como nos dejan con mal cuerpo para todo el día. Solo hemos visto un episodio de esta segunda entrega, pero parece que la cuestión racial va a ser crucial en este segundo año, pese a que ya se abordó ligeramente en la primera temporada.
Con tantas cartas con las que jugar, deberíamos estar ante una temporada de confirmación. Tenemos el resto del año para probar bebidas más sofisticadas (The Americans, Better Call Saul), pero con los calores lo que nos apetece es un tinto de verano, que es justo lo que nos da esta serie. Nos lo pasamos demasiado bien con el primer Everlasting y necesitamos que UnREAL nos siga alegrando muchos veranos más.
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