Queremos más Agent Carter

Cuando una cadena estrena una serie tan corta en midseason, es inevitable pensar que no tienen ninguna esperanza puesta en ella. Da la sensación de que la propia audiencia lo sabe y, pese a que se estrenan en época de máximo consumo televisivo, les da la espalda. Eso le ha ocurrido, tristemente, a Marvel's Agent Carter, que cerró el martes su primera temporada con el futuro en el aire.

Aun así, lo que ha conseguido en estos ocho episodios el spin off televisivo de Capitán América: El primer vengador, no es poco. Como ya comentamos cuando se estrenó en enero, Hayley Atwell hace un trabajo impecable dando vida a la agente Carter, que nos ha robado el corazón desde el minuto uno; y a la ambientación no se le pueden poner pegas. Tiene un acabado visual estupendo, algo que sorprende sobre todo porque la productora de la serie es ABC Studios (de donde también han salido Once Upon a Time y Agents of S.H.I.E.L.D., recordemos), que no se corta a la hora de abusar del CGI más cutre y recurre al croma a la mínima de cambio.

Ante sí, Agent Carter tenía entonces dos retos: el primero, dar un poco de vida a los personajes secundarios (solo el Jarvis de James D'Arcy llamaba un poco la atención en el piloto); el segundo, conseguir que la historia que querían contar nos interesase al menos un poco. Ocho episodios después, podemos decir que lo ha conseguido, aunque a medias.

Hay quien acusaba a la serie de ser demasiado obvia en su trato del machismo, pero estoy más de acuerdo con quienes señalan que en aquella época el menosprecio a las mujeres en el ámbito laboral era constante. Partiendo de ahí, era complicado hacer que ciertos personajes nos importasen demasiado. Sin embargo, ha sido muy gratificante ver cómo poco a poco Peggy se ha ido ganando el respeto (y hasta la admiración) de Dooley y Thompson.

Estos dos han ganado mucho con el paso de los episodios, gracias a que la serie se ha esforzado en no mostrarlos como ineptos, sino como dos hombres que piensan acorde a lo establecido en su época. El mayor perjudicado ha sido Sousa, el único compañero de Peggy que la trataba como a un igual (básicamente porque le gustaba), y que no ha avanzado en ninguna dirección interesante en esta temporada.

La trama de la temporada, por otro lado, no ha sido especialmente estimulante. Agent Carter no nos ha contando nada que no hayamos visto antes en Alias, Fringe o Malditos bastardos (por citar tres referentes muy claros), pero la mezcla le ha salido lo suficientemente bien como para ser siempre entretenida. En una serie de espías, es clave que nos importen los protagonistas para que no nos aburran las misiones, y, otra cosa, no, pero Peggy nos importa mucho.

Por eso, cuando pasados los primeros cuatro episodios de presentación, la serie huye un poco del maniqueísmo revelando a Howard Stark como un tipo con agenda propia y se convierte en una huída hacia adelante, consigue ser realmente emocionante y que nos preocupemos por la protagonista, que tiene estar pendiente de muchos frentes abiertos.

En cierto modo, Agent Carter parece una película de Marvel de cinco horas, pero todo estalla de tal manera en los episodios 6 y 7 (que consiguen ser realmente tensos) que el final de temporada palidece en comparación, sin ser tan épico como debería. Lo mejor han sido los cierres emocionales, es decir, todo lo relacionado con la sangre del Capitán América, cuya presencia ha planeado sobre la serie sin eclipsar lo demás y aportando el nexo de unión de rigor con el MCU.

Pero que la despedida no haya sido espectacular no significa que no quiera más Agent Carter. Personalmente, el cliffhanger final me deja indiferente, pero soy muy fan de su sentido del humor y del universo que la serie ha creado y, especialmente, de la relación entre Carter y Jarvis. Cuando le doy al play a un episodio de Agent Carter sé de antemano que me lo voy a pasar bien, cosa de la que, tristemente, no siempre estoy seguro aún con S.H.I.E.L.D.

Y, tras la inevitable y odiosa comparación, crucemos los dedos.