Hace unas semanas Helix llegó a su primer final de temporada y, sin duda, se ha consagrado como una serie al borde del despropósito. Sin tener el éxito que Syfy esperaba, Helix consiguió de todas formas una audiencia fiel que le acompañó en sus 13 capítulos y la cadena decidió renovarla para una segunda entrega.
Helix era la promesa de Syfy para recuperar el cetro de las series de ciencia ficción y, como muchas veces ha pasado, nos quedamos con las ganas de ver en pantalla un producto de calidad del género. Quizás en el papel la idea parecía maravillosa: la amenaza de un virus letal lleva a un grupo de expertos del centro de control de enfermedades norteamericano a aterrizar en territorio antártico en una mega instalación, donde una comunidad de científicos trabaja en diferentes proyectos que serán en beneficio de la humanidad.
Pero no siempre una buena idea consigue consolidarse y este es el caso de Helix. Pese a ser una producción entretenida —porque juega con el suspenso y a impactar visualmente— realmente no aporta nada interesante al espectador. Su principal problema es que durante casi toda su primera temporada convirtió al famoso virus, y a los secretos que lo rodeaban, en el máximo protagonista y dejó de lado la construcción de personajes entrañables, empáticos y por los que sentir afecto.
Curiosamente, Helix terminó por transformarse en una historia que tocaba las sensibilidades familiares de sus personajes y tomó giros argumentales que la llevaron por los ribetes de un culebrón: hijos legítimos y adoptados, revelaciones parentales y triángulos amorosos. Todas relaciones entorno a personajes que no nos importaban realmente y que denota una contrariedad que parte desde la concepción de la premisa de la historia.
A su favor, Helix logra crear un universo propio en el Ártico. Aunque un poco forzado algunas veces, entendemos el contexto de situación límite y aceptamos las reglas del juego, aunque eso signifique que nadie muera de frio bajo una tormenta polar. Así, consiguió que nos tragáramos situaciones inverosímiles y que disfrutáramos de escenas ridiculizadas por su música de ascensor. Ese fue uno de los grandes aciertos de la serie, reírse un poco de sí misma y rozar la locura.
El desafío de Helix para su segunda temporada es determinar cuál realmente es su propósito y cuál será la línea argumental que seguirá entorno a un nuevo virus. Y es que al parecer, los escritores de Helix encontraron magnífica la idea de entregarnos 13 episodios sobre un virus letal, para finalmente decirnos que la historia se trataba de un virus que te hacía inmortal. Así que para quienes sólo vieron el piloto, les cuento que lo que ese capítulo promete no tiene nada que ver con el resultado de la serie. ¿Quiénes le darán una oportunidad a su segunda temporada? Yo me sumo a la lista, pero sin más expectativas que encontrar entretenimiento.
Empezamos mal, confundís la Antártida con el Ártico. Se encuentran en hemisferios opuestos!!!
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