Los hermanos Winchester han vuelto tras la sorprendente midseason finale. La trama ha seguido justo después del episodio anterior, y debo decir que ha estado bastante bien. Pensé que la caza del Sam poseído duraría más, pero se las han apañado para que la caza haya sido corta y de lugar a algo más interesante todavía. Por otro lado, la trama de Crowley está que arde, y la guerra de poderes en el infierno va a dar mucho juego. A vosotros ¿qué os ha parecido el regreso de Supernatural?

Mientras tanto, Dean no se va a quedar con los brazos cruzados y decidirá sacar a Gadreel del cuerpo de Sam. Tiene varias razones, recuperar a su hermano y vengar la muerte de Kevin, y para ello tendrá la ayuda de Castiel. El problema es que si mata a Gadreel, también matará a Sam, y tienen que buscar la forma de que Sam le expulse de su cuerpo. Castiel recuerda que lobotomizando al sujeto poseído, se puede llegar a hablar con la persona poseída. Lo malo es que no saben hacer dicho procedimiento, y pedirán ayuda al único que saben que puede hacerlo: Crowley.
Tras hacer un trato de dejarle estirar las piernas al aire libre a cambio de hacer el procedimiento, consiguen hacerse con Gadreel para la intervención. El proceso es largo y Dean no puede soportar escuchar al cuerpo de su hermano sufrir. Lo único que consiguen es saber el nombre del ángel –que eran los únicos que no lo sabían– y es cuando Castiel entra en cólera. Gadreel fue el encargado de dejar entrar a Lucifer al jardín del Edén, y por su culpa el mundo es tal y como lo conocemos hoy en día. Visto que no lograrán sacarle del cuerpo de Sam a las “buenas”, decidirán aceptar un plan b: quemarle el tatuaje de protección y que Crowley le posea –Castiel no puede porque debe tener autorización del cuerpo– para ayudarle. Por supuesto, Crowley exigirá su liberación una vez expulsado al ángel del cuerpo.

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