Desde que hace semanas condené la serie a una muerte prematura, el cosmos se ha vuelto en mi contra y volvemos a presenciar un aumento en los datos de audiencia. Parte de los espectadores de NCIS han encontrado en SHIELD su refugio para la noche del martes. Esta crecida en audiencias coincide con uno de los mejores episodios hasta la fecha. Sigue siendo poco pero es una progresión.
De nuevo la explosión de maquinaria científica es la causante de todos los problemas. En esta ocasión tenemos a Hannah, una joven que tras la explosión comienza a presenciar terribles accidentes vaya por donde vaya. SHIELD no tarda en detectar estos acontecimientos y sospecha que la explosión haya podido desarrollar poderes telequinéticos en la joven. El ambiente social de Hannah no tarda en comenzar a temerla y por su seguridad, el equipo la seda y encierra en una de las celdas del avión. La joven afirma que ella no es la causante de los accidentes y que todo se trata de un castigo divino. Su testimonio cobra valor cuando una figura fantasmagórica ataca a Simmons y comienza a sabotear el equipo de SHIELD.
La vida del equipo comienza a enredarse. Tras la noche de pasión entre Ward y May la cosa entre ellos no está clara debido a la poca expresividad de Melinda. Skye lejos de de conocer la situación busca conocer parte del pasado de May y su reputación en la agencia. Este momento es el esperado por Fitz y Simmons para reírse a costa de la recién llegada. Novatadas, pasión contenida y una excusa barata para dar intensidad a un personaje aburrido y plano.
Volviendo al misterioso ente, el equipo termina con un aterrizaje de emergencia y sin energía. La prioridad es mantener a Hannah en su celda y de estar forma mantenerla segura. El fantasma no es otro que un viejo compañero que en la explosión terminó atrapado entre dos realidades. Su teletransporte son cambios entre mundos. Luchar contra un enemigo intermitente es casi imposible y es Skye quien encuentra la motivación del atacante. En ningún momento ha buscado atacar a Hannah sino protegerla ya que durante su vida ordinaria estaba enamorado de ella. Un brote de humanidad en Melinda convence al hombre para desmaterializarse de una vez por todas.
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Al igual que en The Eye-Spy, un caso sólido e interesante ayuda a que cada personaje encuentre su lugar. Todos funcionan mejor cuando nos cuentan algo bien montado (todavía tengo en mente la bochornosa escena de ataques de ira de Ward con sus compañeros). Momento de mirar las cosas bien hechas y seguir confiando. ¿Estáis preparados para aguantar u os bajáis del "Bus"?
Me está empezado a gustar de verdad. Se nota que ya ha encontrado su tono. Me recuerda un poco a Fringe en sus buenos tiempos y los personajes, hasta los peores, empiezan a funcionar como grupo (menos Coulson, claro).
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