Los hermanos Winchester han vuelto, y hay que decir que la euforia que nos trajo en los 2 primeros episodios, se ha desvanecido en este. Ha sido un episodio lento, aburrido y totalmente de relleno, que de lo único que ha servido es para presentarnos a un nuevo enemigo. Y si hablamos del final, ya lo rematamos; un giro confuso que no se llega a entender para poner una guinda de injusticia a todo el pastel. Por supuesto, esperamos vuestras opiniones.
Nuevo Líder
Cass está desaparecido, y eso incrementa las ganas que tienen los ángeles para capturarle. Y para colmo, el pobre tiene suficiente con preocuparse con las actividades humanas. Evidentemente, Cass intentará pasar desapercibido, y si alguien habla con él, se cambia el nombre por Clarence –nombre que le puso Megan–. Afortunadamente, poco a poco Castiel va sobreviviendo mientras se mantiene lejos de los ángeles. Cuando consigue recaudar algo de dinero, acude a una tienda de tatuajes para
tatuarse un símbolo que rechaza todo rastreo angelical. Lo que no sabe, es que
con la caída de Naomi, su pupilo ha ocupado su posición; y Bartholomew –Bartolomé en su versión española– ha creado un programa religioso que
convence a todo el mundo para que se deje poseer por un ángel. Su objetivo es crear una especie de ejército para hacerse con Castiel, y ante el tatuaje que no les deja encontrarle,
Bartholomew contratará a las parcas para encontrarle. Por supuesto, la forma de hacerlo es seguir a los Winchester.
Rescate

Los ángeles no serán los únicos que irán en búsqueda de Castiel, y es que Dean y Sam también querrán encontrar a su amigo. La mecha que arde y les hace buscar a su amigo es
Ezekiel que le cuenta a Dean a través de Sam, todo lo de Bartholomew. Los hermanos buscarán noticias que coincidan con las acciones de los ángeles y se ponen manos a la obra para recuperar a su amigo. Pronto descubrirán que alguien les sigue, y resulta ser
una de las parcas; una no muy lista, ya que Dean y Sam le secuestrarán y torturarán hasta sacarle información. Evidentemente, una vez que saben toda la información que la parca tenía, acaban con su vida. La pregunta es ¿cómo encontrar a Castiel? y a Dean se le ocurre una idea:
utilizar a Ezekiel para que rastree otras parcas alrededor.
Nuevas Experiencias

Como ya hemos dicho antes,
Castiel tiene que lidiar con su nueva humanidad, y resulta más difícil de lo que pensaba que sería. Pronto se verá con una herida en el brazo producida por un ángel, hambriento y sin resguardo de la lluvia en un callejón. Pero su mala suerte no durará mucho ya que
en su camino se cruza una joven a la que le da pena el antes ángel. Le llevará a su casa y le ofrecerá secarse y pasar la noche en su casa, y
al ver que Castiel es un buen hombre, no dudará en ofrecerle una nueva experiencia: el sexo. A la mañana siguiente, la joven muestra su verdadera cara:
es una parca y torturará a Castiel para saber la verdad del cierre en el Cielo. Por supuesto, Castiel le contará la verdad, pero como era de esperar, no le cree. Es entonces cuando viene la ayuda de sus amigos Dean y Sam;
atraviesan la puerta a la fuerza sorprendiendo a la parca, que no se le ocurre otra cosa que acabar con la vida de Castiel. Dean y Sam vengarán su muerte acabando con la joven parca, tras lo cual
Ezekiel tomará poder del cuerpo de Sam para usar sus poderes y devolverle la vida a Castiel. Los hermanos Winchester se lo llevarán a su guarida, pero Ezekiel le deja claro que es peligroso que Castiel esté allí. Es decir,
si Castiel se queda –por muy seguro que sea el lugar– Ezekiel no tendrá más remedio que irse; y si Ezekiel se va, Sam morirá. Por lo tanto,
Dean se ve obligado a abandonar a su suerte a Castiel.
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