La quinta temporada de Breaking Bad continúa su recorrido con otro episodio cargado de tensión y de intriga, tan soberbio como el mismísimo Walter White. Además, al frente de la dirección se encuentra Rian Johnson, conocido entre otras cosas por haber dirigido, también, el curioso episodio de la serie llamado Fly, que marcó un antes y un después en la serie por lo extraño de su factura. Sea como fuere, parece que nuestras elucubraciones sobre la dirección hacia la que se dirige Breaking Bad todavía no han encontrado buen puerto, pero también creo que abordar un episodio como éste a estas alturas de la película como se ha hecho —es decir, ahondar aún más en la problemática familiar de nuestros protagonistas, sin avanzar demasiado en las complicaciones del nuevo negocio de Heisenberg— no podría haber sido más acertado. Al fin y al cabo, ¿no comenzó la serie con la diatriba familiar de Walter?
Un año
Puede que hayan pasado cuatro años desde que se estrenó Breaking Bad pero en la ficción el tiempo no pasa tan deprisa. Cuando comenzó la serie, Walter White cumplió cincuenta años, y cuatro temporadas después nos volvemos a sentar en la mesa de los White para celebrar, algunos más que otros, que nuestro traficante favorito ha cumplido un año más. Sin duda, el cumpleaños implica hacer balance, mirar al pasado y ver en qué se han convertido nuestros protagonistas en un periodo de tiempo tan corto —al igual que sirve para pensar cómo narices van a hacer para que entre este momento y el flashforward del primer episodio pase tan solo un año—.
Esa mirada al pasado es obvia pero inteligente, con Walter recuperando su coche —aquel que destrozó para impedir que Hank se acercara aún más a sus asuntos—, así como ese sombrero que ya tiene nombre propio y que tanto simboliza. Pero si hay algo aún más simbólico, por banal que sea, es el hecho de que por primera vez Walter compra el cochazo que siempre ha deseado y le compra a su hijo Walter Jr. otro de similar categoría, algo que choca —con música dubstep— con el antiguo miedo a las objeciones de Skyler de gastar más de la cuenta o de hacer demasiado ruido con un dinero que aparentemente no tienen. Sin duda, al nuevo Walter ya no le importan las sospechas, ni conducir coches que no se puede permitir, ni ponerse ese sombrero delante de todo el mundo; cree que tiene a todo el mundo bajo su control pero pronto se dará cuenta de que no es así. Nosotros lo sabemos, pero él todavía no se ha planteado esta posibilidad y cuando explote en su cara será demasiado tarde.
Y esa cena familiar e íntima de cumpleaños es el entorno perfecto para que Walter eche la vista atrás y observe todas las ocasiones en las que ha estado a punto de perderlo todo —antes de que Skyler le recuerde que esa fiesta no es para él, al fin y al cabo—, pero de las que siempre ha salido victorioso y poderoso. Pero lo mejor es que, por mucho que lo evite aceptar, Walter lo perdió todo hace un año y lo único que le queda es la ilusión de felicidad que ha atraído su nueva posición de poder; porque, al parecer, lo único que le queda es Jesse, su único y manipulado amigo, que le regala un estupendo reloj que, al mismo tiempo, simboliza el ritmo de esa bomba a punto de explotar en la que se ha convertido.
Skyler, a la espera
Si conocemos a Skyler lo suficiente sabemos que a pesar de la horrible situación que vive en su propio hogar, en ese entorno hostil que solo ella parece reconocer, en su cabeza está maquinando una salida, como venimos insistiendo desde hace semanas. La señora White sabe que está con las manos atadas y que por mucho que lo intente su salvación están aún muy distante. No puede ir a la policía, no puede contarle su secreto a nadie... solo puede seguir haciendo lo que ha hecho hasta ahora, pero con la convicción de que su vida y la de los suyos corre peligro.
Por eso, su primer paso es sacar a sus hijos de la casa, y para ello juega al mismo juego que su marido: la manipulación. No voy a decir que ese descenso —precioso— a la piscina no fuera en parte sincero, pero como bien apunta Hank no podría suicidarse de esa manera. Skyler solo reclama atención, que alguien se fije en su desdicha y colabore para tratar de mejorar el ambiente familiar. Pero, como bien le señala Walter en la que creo que es la mejor discusión de esta pareja hasta la fecha —aunque estamos viendo que cada episodio van a más, así que seguramente vuelvan a sorprendernos—, que Marie y Hank se lleven a los niños no va a solucionar nada porque acabarán volviendo tarde o temprano. El matrimonio White vive el peor momento de su vida, aparentemente irreconciliable, y ese ataque y contraataque final para dirimir las intenciones de ambos resulta brillante y escalofriante a partes iguales. Nada de lo que haga Skyler podrá tener un final feliz.
Porque, si no encuentra una salida pronto, a Skyler solo le quedará esperar a su única salvación: el cáncer. Bravo. Y lo mejor de todo es que aunque pueda huir antes, la verdadera salvación de Skyler no tendrá lugar hasta que Walter desaparezca de esa manera, con una patada mortal de parte del karma. Y si recordamos aquel flashforward, igual Skyler no tendrá que esperar demasiado.
Dos tacones
Sabíamos que Lydia Rodarte-Quayle iba a dar problemas, a pesar del miedo que Mike le metió en el cuerpo. La misteriosa mujer de Madrigal vive temerosa de que su elaborada tapadera acabe al descubierto y cuando uno cómplices de la operacíón —aquellos a los que se les paga el hazard pay— cae ante sus ojos bajo la mano de la DEA su miedo se dispara. Todavía no conocemos sus verdaderas motivaciones, pero a pesar de su torpeza —esos zapatos, cada uno de su padre y de su madre— creo que Lydia oculta un talento innato para este negocio y que puede ser un grave problema para la nueva operación. Mike se da cuenta de que la mujer ha manipulado los barriles de metilamina para salirse del negocio salva y con una coartada. ¿Qué oculta la simpática señora?
No obstante, la aparente marcha de Hank a otra operación por un ascenso podría significar un respiro para nuestros traficantes. ¿Cuánto tardará Hank en regresar?
Esperemos que en el próximo episodio veamos más de la nueva operación, y a juzgar por la promo no nos equivocaremos.
Buena critica, me ha gustado. Por supuesto la serie es brutal.
ResponderEliminarUn saludo
Pedazo temporada se están marcando... No sabía que era el mismo director del episodio "The fly", pero sí que es cierto que me lo recordó.
ResponderEliminarGran crítica, como siempre. :)