Estas navidades descubrimos que Stan Lee era espía. A principios de esta temporada nos enfrentamos contra el malvado Mark Hamill. Hace unas semanas conocimos a Cheryl Ladd, la madre de Sarah. El corazón de Casey pertenece a Carrie-Anne Moss. Y ahora aprendemos (gracias a un original tatuaje) que no debemos confiar en Bo Derek (Tarzan, The Ape Man, Bolero, 10). Puede que esta última temporada no brille por su audiencia ni tenga una trama que nos ponga los pelos de punta cada capítulo, pero colaboraciones espectaculares no le están faltando.
El capítulo de esta semana, aunque ha tenido puntos graciosos, ha sido más relleno que otra cosa, y a estas alturas, no pueden permitirse capítulos así. Treinta de los cuarenta y dos minutos de capítulo han sido bastante sosos, pero quedando lo que queda por delante, tampoco vamos a poner el grito en el cielo. Pese a todo, por fin nos dan un cliffhanger al que agarrarnos para ver la serie la semana que viene, pero vayamos por partes.

Tras muchos inconvenientes, la mayoría provocados por Jeff y Lester, que están empeñados en descubrir el pastel, Industrias Carmichael acaba recuperando las gafas, pero Chuck acaba siendo secuestrado por Quinn, quien escapa. En un supuesto intercambio (las gafas por Chuck), Sarah y Casey quedan atrapados y casi sin munición, y la única salida que hay es usar las gafas. Ahora Sarah es el Intersect.
Un capítulo de relleno en que destacamos el final, la historia de Bo Derek, y, sobre todo, el otro Compra Más, donde todo es igual, pero al revés. Ojalá Lester hubiera visto a su clon en mujer... habría sido un puntazo. ¿Qué pasará con Chuck? ¿Estará Sarah bien con el Intersect en el cerebro? ¿Dejará el Equipo Bartowski el espionaje? Espero que no, pero por lo menos esto se va pareciendo a un final de serie.
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