Quedan tan solo tres episodios para que concluya la cuarta y penúltima temporada de Breaking Bad (recordad que ya se anunció que la temporada final constaría de 16 episodios) y, como llevo insistiendo desde hace varias semanas, no sabemos qué ocurrirá con Walter, Jesse y compañía de cara a la recta final de esta entrega. De hecho, y lo que es más preocupante, una de las tramas principales de los últimos episodios parece haber concluido y todas las suposiciones que cabría esperar en lo referente esta y a sus consecuencias han cambiado.
La trama a la que me refiero es, obviamente, la de Gustavo Fring y sus problemas con el cartel. En el capítulo anterior, Jesse accedió a acompañarle a Méjico para que le enseñara a los químicos de Don Eladio, al que Gus parece haberse rendido, cómo cocinar el producto que todos codician (algo que detonó la tensión entre Jesse y Walter, como sabéis). En este capítulo, vemos cómo Gus, Mike y Jesse viajan al país vecino a forjar lazos con el enemigo: bajo vigilancia militar, Jesse enseña a los cocineros a preparar la droga azul y así demostrar su valía, y posteriormente los visitantes se reúnen con Don Eladio y sus capos precisamente en el jardín donde años atrás tuvo lugar el traumático incidente que cambiaría al Señor de los Pollos por completo. Don Eladio insiste (y quien dice insistir dice obligar) a que Jesse se quede con ellos, algo que el chico no esperaba pero sus compañeros, al parecer, sí. Por esa razón, además de por la obvia venganza, Gus lleva a cabo un impactante aunque previsible plan para salir de allí con vida y con las cabezas de los capos en una bolsa. Con un exquisito orujo Gus y los mafiosos brindan para celebrar su retomada amistad sin saber, los mejicanos, que éste sería el último placer que degustarían en sus vidas. Mientras Gus va al baño a vomitarlo todo, uno a uno van cayendo los traficantes hasta que solo queda Eladio, que cae finalmente muerto en la tan simbólica piscina. Pero eso no significa, de momento, nada, y es que salir de allí con vida será complicado, ya que Gus no ha echado todo el veneno de su organismo y Mike es herido por un disparo. Al final, todo queda en manos de Jesse que, seguro, se hará valer en el próximo episodio.
Y bien, la cuestión aparente después de que Gus elimine al cartel (y, suponemos, sobreviva) es: ¿qué pasará ahora? ¿cuál será su siguiente paso? y, especialmente, con Jesse siendo capaz de fabricar la metanfetamina: ¿qué pasará con Walter? Y tampoco podemos olvidar que Hank sigue merodeando.
Pero, sin duda, lo más impactante del capítulo no es lo que sucede al sur de la frontera, sino lo que sucede en casa de Walter quien, después de haber sido derrotado por Jesse, se encuentra en la más absoluta miseria tanto mental como física. Su hijo, Walter Jr., va a visitarle el día de su cumpleaños (y con un hortera aunque eficiente modelo de coche skyleriano) y se encuentra a su padre hecho un guiñapo, dolorido y, sobre todo, muy deprimido. El químico le cuenta a su hijo una emotiva historia sobre lo que recuerda de su padre, fallecido años atrás, para explicarle por qué no quiere que le ve así (es decir, a ojos del hijo como una recaída en la adicción del juego), algo que Junior reconoce agradecer después de que en los últimos tiempos su padre no se comportara como tal. Vemos aquí a un hombre corriente, que siente, que no tiene barreras y al que después de haber perdido a su único amigo en el infierno que le rodea, poco le queda por vivir. Ya no es el que llama a la puerta, ya no es el hombre orgulloso, ya no es Heisenberg: es un hombre que ha perdido a su único amigo, al que quiere como a un propio hijo. ¿Se reconciliarán Jesse y Walter?¿Quién cederá primero?
Y cómo no, no podría olvidarme a Skyler, uno de los personajes más odiados de la televisión pero que se está ganando mi corazón esta temporada. Finalmente y a través de Saul le da a Beneke un montón de dinero aparentando que es una herencia de una tía extranjera. No obstante, cuál es su sorpresa cuando se entera de que su antiguo amante se ha comprado un Mercedes de primera clase y que piensa reabrir su empresa, sin antes pagar todos los impuestos que debe. Skyler trata de discutir con él y hacerlo entrar en razón, pero cuando el hombre la ignora de malas maneras el orgullo, esta vez de la mujer, sale a relucir y le confiesa de dónde ha salido el dinero: de ella. ¿Qué significará esto? ¿Después de tratar de evitarlo ha caído finalmente Skyler en sus propias trampas? No la perdáis de vista.
Tres capítulos nada más, y la cosa está que arde. La cuarta temporada de Breaking Bad es una delicia y, si confiamos en lo lógico, la recta final que tenemos por delante va a ser una auténtica bomba.
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