Esta semana los supervivientes se han puesto manos a la obra para tratar de recuperar el Outpost 22, anteriormente conocido como Alexandria. Aunque la semana pasada solo habíamos visto a Ezekiel, Negan y Kelly, al parecer no están solos. Personajes como Magna, Princess o Nubila están también recluidos por The Commonwealth. Y alguno que otro extra especial como el muchacho que intentó usar a Max de rehén hace unos cuantos episodios.
Negan se ha convertido en el líder de la revolución y todo un referente para el resto del grupo. El viaje de redención del exlíder de los Salvadores le ha llevado muy lejos y se ha visto recompensado cuando todos y cada uno de ellos han elegido colocarse entre él y los Troopers que le apuntaban en el paredón.
Más allá del momento simbólico de verle arrodillado frente a la muerte, del mismo modo que él había obligado a Glenn, Abraham y al resto a estarlo, no deja de resultar un tanto extraño su posición en la serie. En parte, resulta poco coherente que se convierta en uno más del grupo después de haber matado a tanta gente. Hablamos de Glenn y Abraham, pero también de Sasha, Benjamin, Spencer, Olivia...
Además, la manera en la que se alcanza la resolución de la trama del Outpost 22 es un pelín cutre. Y no es la primera vez que nos dejan con esa sensación esta temporada. Negan consigue convencer a un Trooper de que cambie de bando, y solo lo consigue porque convenientemente tienen una conversación comprometida delante de él. ¿No había otro momento para negarle el traslado al soldado?
Una vez recuperada Alexandria, gracias también a Daryl, Carol, Maggie y los demás, toca buscar a los pequeños. Y aunque Hershel Jr se reúne con Maggie por ¿tercera vez? esta temporada, Coco sigue desaparecida y Rosita termina por dejar que uno de los zombies se coma al líder del puesto 22. La manera en la que Rosita ha crecido como personaje en los ochos años que lleva en la serie es una prueba más de lo acertada que fue la decisión de matar a Tara en su lugar.
Mientras en The Commonwealth el juicio contra Eugene comienza con Pamela dando testimonio. No tardamos ni dos segundos en ser conscientes de que Eugene ya está condenado, el sistema está manipulado por la presidenta y lo único que se está celebrando es un espectáculo.
Yumiko es consciente de esto, y lo único que intenta es posicionar a los ciudadanos en contra de las élites. Obligar a Pamela a enfrentarse a sus mentiras acaba por encender la rabia del pueblo llano. La burbuja en la que vive la presidenta es un esperpento. Está convencida de que los ciudadanos son imbéciles y acaba declarando que la grabación de su hijo Sebastian es una falsificación realizada por Eugene para crear el caos.
Las escenas en el juicio han quedado a deber. Las expectativas que teníamos eran grandes, y han terminado siendo bastante insulsas. Bueno, todas menos una. Yumiko no ha podido cantarle las cuarenta a Pamela Milton, pero al menos hemos podido ver un discurso muy emotivo por parte de Eugene. Sin duda Josh McDermitt ha sido un excelente Eugene durante toda la serie, y con esta escena demuestra que cuando le dan la oportunidad, puede crear momentos memorables. Quizás Eugene no sea el favorito de muchos, pero sin duda, a nivel interpretativo, McDermitt es de lo mejor de la serie.
Nuestra esperanza estaba puesta en Mercer, pero no ha respondido cuando Yumiko, Max y Eugene le han apelado. Una vez Eugene es condenado, es Mercer con sus Troopers de confianza el que decide liberarle y empezar su propia revolución dentro de los muros de The Commonwealth. ¿Qué sigue ahora?
Para terminar, hemos tenido unos minutos para ver al grupo de Aaron, que en su viaje a Oceanside se encuentran en el bosque con Luke (que ya ha terminado de rodar Animales Fantásticos) y su novia, que nos vienen a anunciar que The Commonwealth se ha hecho con el control del pueblo y que ellos estaban casualmente buscando al grupo para informarles. Si la conversación en Alexandria se cogía con pinzas, esta supera todos los niveles de momentos random de la serie.
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