Los supervivientes se preparan para abandonar The Commonwealth después del acuerdo que Carol consiguió firmar con Pamela Milton la semana pasada. Pero como todavía nos quedan seis episodios más, no podía ser todo tan sencillo. Todavía faltaba un ingrediente para que las relaciones diplomáticas entre ambos grupos se rompieran para siempre: Sebastian Milton. El catalizador final de la guerra.
El acuerdo pasaba por lavar la imagen del pequeño Milton a costa de Lance. Todo lo malo que le pase a Hornsby es merecido, pero los supervivientes no se podían permitir que Sebastian saliera impune. Max y Eugene son los ejecutores que deciden que el reino de terror del mini Milton tiene que acabar, y dejan que sea él solito el que se cave su propia tumba.
La ejecución pública de Sebastian ha sido demasiado barata. Ha sido imposible tomársela del todo en serio. La grabación en secreto, dejar que todo el mundo lo escuche y la persecución más penosa de la historia terminan con Sebastian comido por un único caminante. Y es que ninguno de las decenas de testigos decide intervenir para salvar al muchacho. No ha hecho muchos amigos el chaval. Les damos al menos el crédito de haber hecho un paralelismo con el primer enfrentamiento entre Eugene y Sebastian.
Lance está bajo rejas y sorprendido después de descubrir que Pamela no va de farol. La amistad que les unía ya no existe. Ella sigue subestimando a su ¿número 2? y él sigue liderando a sus secuaces desde la cárcel. Parece que Stephanie y compañía conseguirán rescatarle más pronto que tarde; por el momento, ya han destrozado la celebración del aniversario de The Commonwealth y causado indirectamente la muerte de Sebastian.
Por cierto, entiendo que el presupuesto quizás no de para más, pero ¿de verdad tenemos que creer en el lujo de The Commonwealth cuando vemos todo el rato el mismo cruce de calles? De The Kingdom vimos mucho más.
Por otro lado, no todos los supervivientes tienen pensado marcharse. Al menos sabemos que Ezekiel no quiere irse. Y si fuese por Judith, tampoco se marcharía. La pequeña ha tenido una crisis parecida a la que tuvo Michonne cuando renunció a la katana. Judith entrega su arma a Daryl solo para pedirla minutos después. Ambos crecen en este episodio como familia, aunque en el fondo esta relación parece lastrar al protagonista un poquito. El punto fuerte de Norman Reedus y su Daryl no es el emocional, y cuando lo intenta se ve poco natural. La cara de la pequeña es un gran momento de resignación. Por mucho que no quiera pelear, en este mundo no queda otro remedio. Muy buen trabajo de Cailey Fleming.
Rosita y Gabriel también tienen un momento de despedida. Hacen balance de sus viajes y de su influencia en el mundo. Los dos son personajes con muchas papeletas para morir en esta última tanda. Sus contrapartes en el comic ya estaban muertos a estas alturas, y con tanto spin-off confirmado, son dos de los veteranos de la serie. La escena entre ambos huele a adiós por las dos partes. ¿Cuándo tendremos la primera gran baja?
El otro candidato a ser la gran muerte de la temporada es la Aaron. El veterano de Alexandria sigue enlazando misiones lejos de su hija, que a estas alturas está a punto de pensar que Judith es su madre. La misión le lleva a Oceanside (sí, seguimos visitando de vez en cuando el asentamiento de la playa, aunque no conozcamos a nadie) y se lleva a unos compañeros de viaje muy random y poco habituales: Jerry, Lidia y Elijah, que ahora son ¿novios? La vida avanza fuera de cámara al parecer.
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