"It’s like a city from before". Así es como Magna define a The Commonwealth a los 30 días de su llegada. Y es que la comunidad dirigida por Pamela Milton (a la que por fin hemos visto en acción) se parece, para lo bueno y para lo malo, a las ciudades en las que vivimos los espectadores. Un sistema que parece próspero pero que deja de manifiesto una más que evidente desigualdad entre clases. O eres un privilegiado o eres un currito, y eso, a la larga, acabará generando descontentos entre el pueblo.
Como era de esperar, no todos nuestros supervivientes son unos privilegiados. De hecho, la mayor parte de ellos vuelven a recaer en sus trabajos de "antes". Ezekiel cuida animales, Connie ha vuelto a su vida periodística, Carol vuelve a camuflarse con su aspecto indefenso para conseguir favores y Magna es, una vez más, camarera (sirviendo en las fiestas a las que Yumiko es invitada). Daryl y Rosita están recogiendo los frutos que han sembrado durante el apocalipsis, ambos están en la academia de policía para convertirse en troopers. Un cambio sustancial en comparación a su vida pasada. Curioso ver como ellos dos son los herederos de Rick y Michonne como elegidos para impartir el orden en la nueva comunidad.
La sociedad que ha creado Pamela Milton es una continuación de la que había años atrás. Ella misma era política de antes y ostenta el cargo de líder de la Commonwealth porque lo heredó de su padre. Todos o casi todos la conocen de antes. De la TV o de sus campañas políticas. Incluso Connie entrevistó a su familia en algún momento. Pero algo no huele nada bien. Los propios protagonistas están cayendo en algunos vicios resultado de la diferencia de clases. Lo vemos cuando Rosita interroga a Magna en la fiesta. Ambas parecen estar obligadas a estar en lados contrarios de la lucha, cuando hace apenas un mes ambas eran miembros de los consejos de Alexandria y Hilltop. La lucha obrera parece estar a punto de estallar en la Commonwealth y los supervivientes van a tener que elegir su bando con cuidado.
El primer estallido de esta rebelión es un poco torpe e improvisado. Pero ha sido una forma sencilla y efectiva de darle continuidad a los episodios de la extensión de la temporada 10. El trooper al que Princess dejó en ridículo en Splinter es ahora camarero. Le han quitado los privilegios que ser una fuerza de la ley le ofrecía y ha terminado entre los excluidos de la Commonwealth. Su fugaz aventura consigue al menos sembrar la semilla del miedo en Pamela. Puede que haya miles como él, descontentos por cómo la Commonwealth les aplasta para que los privilegiados puedan beber vinos caros. Suficiente para que comiencen las redadas.
El episodio termina con Rosita entrando en una habitación secreta en la que encuentra consignas y cartelería de la lucha obrera. Sin duda el cambio de escenario ha sido lo que necesitaba Espinosa para brillar, y por su mirada, parece que le va a costar mucho trabajo tener que oponerse a una lucha que parece creer necesaria.
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