La quinta entrega de esta undécima temporada es uno de los episodios más corales hasta la fecha. Dejamos atrás el spin-off adelantado de Daryl para repartir el foco entre Alexandria, la misión de Maggie y la Commonwealth. Un episodio más tranquilo pero necesario para que todos los caminos abiertos puedan alcanzarse unos a otros antes de la inevitable colisión. Esta semana también dan el liderazgo a personajes que estaban un poco diluidos entre tantos frentes abiertos, como Aaron o Judith.
El cold opening del episodio nos muestra a un Aaron paranoico. Siempre ha sido uno de los personajes más asentados y cabales de la serie, pero saltar de enemigo en enemigo, la precaria situación en la que se encuentran y el proteger a toda costa a su hija Gracie están empezando a pasarle factura.
La visita que hacen a Hilltop les enfrenta a los últimos resquicios de los Susurradores. Un pequeño grupo de desertores que viven en las bodegas y que siguen jugando con sus viejas costumbres. El Aaron más sádico de la serie hace su aparición, y es Carol, en pleno viaje de redención, quien consigue sacarlo de la oscuridad. Utilizar a Carol para hacerlo, que había caído de lleno en una espiral destructiva la temporada pasada, es la mejor elección posible, pero no deja de resultar un tanto hipócrita por su parte, ¿no tienen los demás derecho a su venganza?
De Hilltop se llevan poca cosa, pero descubren que Connie está viva. Veremos si la encuentran y cómo.
No es lo único que ocurre en Alexandria, y es que no importa si vives en el apocalipsis o no, el bullying sigue siendo tan real como la vida. La pequeña Judith ha vivido gran parte de su vida como si fuese una adulta: ha luchado en las guerras y ha crecido más que el resto de los niños de la comunidad. En este sentido vive una experiencia similar a la de Carl cuando llegó a Alexandria, que se sentía totalmente fuera de lugar. Judith tiene miedo a olvidarse de su padre y su hermano, lleva un par de temporadas siendo criada por todo el mundo a la vez y se aferra como puede a sus recuerdos. Esta vez es Rosita la que le ayuda a comprender, de una manera muy franca, la muerte y el duelo.
En la otra punta, en la Commonwealth, el grupo empieza su nueva vida como refugiados mientras tratan de buscar la ayuda necesaria para sus amigos. No saben que la guerra ha terminado y que lo están pasando fatal. Al menos, no lo saben hasta el final del episodio, cuando Eugene consigue hablar con Rosita por la radio. Aunque las interferencias no permiten que se entiendan del todo.
Es precisamente Eugene el que cataliza el conflicto de esta semana, y desde el punto de vista del espectador, se ve demasiado precipitado. No llevan ni medio día dentro y ya rompen las reglas hasta tal punto que les proponen para abandonar el lugar. ¿Hemos visto a Daryl adaptarse a los sanguinarios Reapers y no podemos ver a Eugene y compañía camuflarse en una sociedad que vende helados y pasteles? Menos mal que Stephanie y Hornsby, la cara visible de la propaganda del lugar, les defienden y ayudan a mantener su permiso de refugiados.
Lo que ha sido un pelín decepcionante ha sido el recuentro entre Yumiko y su hermano "cirujano". La Commonwealth parece ser el lugar en el que poder cumplir los sueños ocultos. Y es por eso por lo que Tomi no salva vidas en un hospital, sino que es ayudante en una pastelería, porque hacer postres es lo que realmente le hace feliz. ¿Está desperdiciando su potencial o está viviendo la mejor versión de sí mismo en mitad de un apocalipsis? A Yumiko le cuesta entenderlo, probablemente porque ambos fueron machacados por sus padres para perseguir sus carreras (derecho y medicina). Quizás ella acabe descubriendo su verdadera vocación. De momento tiene pase VIP en la ciudad y la mismísima líder, Pamela Milton, quiere tener una audiencia con ella.
En la carretera, vivimos el enésimo enfrentamiento entre Negan y Maggie. Ella quiere esperar al resto en el piso franco, él quiere irse porque les da por muertos. Es ella la que acaba teniendo razón porque Gabriel y Elijah (que está vivo) aparecen de buena mañana. Esperemos que toda esta tensión tenga su recompensa.
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