Después de seis semanas sumergidos en la nada absoluta con la que The Walking Dead nos ha querido entretener en lo que empieza la temporada 6B de Fear The Walking Dead, llega el posiblemente mejor episodio de la tanda. Con el nivel que han tenido, no parece mucho, pero de verdad, el episodio es sorprendentemente bueno. Llega un poco tarde, quizás si lo hubiesen emitido en la octava temporada, habríamos aceptado con más facilidad no haber matado a Negan, pero hacerlo ahora funciona más bien a modo homenaje a un personaje que no conocimos (Lucille) pero que al mismo tiempo ha estado muy presente.
El episodio consiste en las reflexiones de Negan en la cabaña en la que lo ha metido Carol en Alexandria para evitar que Maggie le parta la cara. Reflexiones que le llevan a su vida previa al fin del mundo, cuando no había caminantes pero había amenazas peores como el cáncer. Una enfermedad que se come a Lucille durante meses. Una Lucille a la que interpreta Hilarie Burton Morgan (One Tree Hill), la mujer de Jeffrey Dean Morgan, con mucho tino. Ojalá pueda salir más veces.
Su matrimonio no era perfecto. La inmadurez y la irresponsabilidad de Negan llevaban a Lucille por el camino de la amargura. Por no hablar de que le era infiel con una de sus mejores amigas, hasta tal punto que se perdió la cita en la que le diagnosticaron el cáncer porque había quedado ella. Por desgracia, no hay una realidad alternativa en la que Lucille le revienta la cabeza con un bate, lo que tenemos es a un Negan arrepentido y entregado a su mujer una vez se enfrentan juntos a la enfermedad. Un hombre que no fue capaz de valorar a la mujer que tenía al lado hasta que vio cerca la posibilidad de perderla.
El viaje a través de la mente de Negan nos conduce directamente al momento en el que dejó de ser un buen tipo y se convirtió en The Savior. Con una mujer enferma y en pleno tratamiento, el fin del mundo les rompe los esquemas. Negan debe buscar por todas partes la forma de mantener a Lucille con su quimio y busca ayuda trata de robar al Doctor Franklin y a su hija Laura. No os hacéis una idea de la alegría que me ha dado volver a ver a Laura en The Walking Dead, sobre todo porque un regreso como este, en el que por fin conocemos algo de su personaje (aunque ya esté muerto) es una buena forma de reconocer el trabajo de la actriz. Laura no ha sido nunca un personaje clave, su presencia era recurrente, pero regalarle esta breve backstory como miembro fundador de lo que acabarían siendo los saviors es digno de mención. Si es que incluso es ella la que le regala el bate.
Negan es retenido por un grupo de supervivientes que quieren las medicinas. Cuando vuelve a casa es tarde. Lucille ha decidido acabar con su vida. Lo que encuentra es a su mujer convertida en caminante y él se transforma en Psycho Negan.
La necesidad de un episodio que nos ayude a conectar con Negan a estas alturas es inexistente. La gente que no ha conseguido encariñarse con él después de lo mucho que se ha esforzado la serie en conseguirlo no lo va a hacer jamás. Le hemos visto ser amiguito de Judith y Lydia, y ha matado a Alpha, pero este personaje está condenado a dividir a la audiencia mientras dure con vida, no hay otro camino posible. No puedes convertir a un personaje en villano durante un tercio de la serie, que mate a personajes clave como Glenn, Abraham o Sasha y esperar que la gente le adore porque es amable con una niña y con un personaje que lleva una temporada en la serie.
Angela Kang lo explicó muy bien en el comentario posterior al episodio especial de Maggie de esta breve tanda. Con la hija de Hershel de vuelta, Negan tiene las de perder. ¿Quién no va a situarse en el Team Maggie cuando fue Negan quien mató a nuestro Glenn de esa manera tan horrible? Cada individuo es el héroe de su historia y el villano de la de otros; y Negan lleva metiendo la pata e intentando redimirse desde que fue un mal marido antes del apocalipsis. ¿Se supone que tenemos que confiar en que esta vez va en serio?
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