175 días hemos tenido que esperar para poder ver el desenlace de la décima temporada de The Walking Dead. Final que no será tal, porque, como sabréis ya, esta décima temporada ha recibido seis episodios adicionales, que, junto a los 24 que tendrá la undécima tanda de la serie, supondrán el final de la serie como la conocemos. Pero ya tendemos tiempo de comentarlo durante los próximos años.
La primera sensación que nos viene al terminar el episodio es de decepción. Probablemente si no hubiésemos esperado tanto para verlo, el golpe hubiese sido menor, pero lo que parecía una batalla épica ha acabado siendo una adaptación de El flautista de Hamelín. Como la horda de Beta es enorme, el grupo cambia de plan y decide ahuyentarla antes de llegar a Oceanside. Para hacerlo, necesitan maquillaje facial (entrañas) y el ojo del halcón de Lydia que consigue distinguir a los susurradores de los caminantes. Esta primera parte es un éxito gracias a ella, y en el camino perdemos a Beatrice, personaje un tanto random de Oceanside y que resulta ser la gran pérdida de la jornada.
Es Lydia, precisamente, el único personaje que parece avanzar en esta season finale un tanto atropellada. La ex Omega de los susurradores consigue ganarse el favor del grupo, salvar a Carol y romper con su pasado susurrador para siempre lanzando su máscara a un barranco. Lydia está lista para encontrar su propio camino. Un camino al que no vemos mucho interés, la verdad. Sin Henry, parece que dependerá mucho de los pasos de Negan, Daryl y Carol. Mal acompañada no está, la verdad.
Otro personaje que ha tenido bastante tiempo en pantalla ha sido Gabriel. Su contraparte en el comic muere justo en este momento, por lo que han querido ponernos la miel en los labios durante todos estos meses para acabar salvándose de un único atacante gracias a la intervención divina de Santa Maggie y su enmascarado amigo. Esperábamos dos cosas: la recreación de una de las muerte más bestias del comic y un regreso triunfal de Greene que solo dispara una flecha y abraza Judith y a la hija de Aaron en todo el episodio.
Los susurradores están condenados a desaparecer y así se lo hacen saber a Beta. Su tiempo se acaba, el fin del mundo para ellos llega y Beta es asesinado por Daryl, que le clava dos cuchillos en los ojos y deja que los caminantes lo devoren, dejando al descubierto su cara. Es la estrella Country a la que reconoce Negan con gran asombro. Después del final de Alpha, esta despedida se ha quedado blanda, sin impacto y sin la sensación de gran clímax de este arco.
A cientos de kilómetros de distancia, Eugene, Yumiko, Ezekiel y Princess continúan su aventura en búsqueda de Stephanie. Un alivio ver que la nueva integrante del grupo parece haberse relajado un poco, porque el nivel de intensidad con el que la conocimos era muy difícil de mantener y muy insoportable. El propósito de esta trama era presentarnos a la Commonwealth, el grupo liderado en los comics por Pamela y que presumiblemente será parte de toda la recta final de la serie, y hemos terminado con los miembros de esa milicia rodeando a los cuatro supervivientes.
Pero eso no es todo. De la nada, nos llevan hasta una agotada Connie. Desorientada y malherida, se mueve por el bosque como si de un caminante se tratara. Está exhausta y se derrumba en la carretera. Un caballo la encuentra, y a lomos del caballo Virgil se va. Siento que este personaje va a correr la misma suerte que Bob, un personaje al que la audiencia no encajó bien por mucho que nos lo intentaran vender como un buen tipo. Lo unen a Connie porque ella es fan favorite y quizás le ayude a ganarse a parte de los fans. Veremos.
Nos despedimos de The Walking Dead hasta no se sabe cuándo, pero nos dejan entretenidos con The Walking Dead:W Beyond y Fear The Walking Dead. Nos leemos.
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