Si habéis llegado hasta aquí, podéis estar contentos con el resultado final de Future Man. Esta tercera y última entrega ha sido todo lo que se podría esperar de esta serie que, de manera bizarra y sin hacerse notar mucho, ha conseguido acompañarnos durante tres años. Absolutamente todo tiene cabida en Future Man: el humor negro, el humor más gamberro y carta blanca para que cualquiera pueda formar parte de las aventuras de reparto.
Durante la entrega más corta de todas (solo ocho episodios) hemos visto como los tres héroes se esconden en el pasado de los problemas que crearon en el futuro, siempre teniendo en mente poder regresar a sus respectivos presentes. La huida y su sucesión de escondites temporales son una excusa perfecta para dejarnos con una serie de gags y de cambios en la historia: las dotes amatorias de Wolf hacen que nazca la novela erótica, y las capacidades de caza de Tiger la convierten en una estrella sobre la que se escriben cuentos y leyendas.
El que sufre la mayor crisis de identidad durante el arranque de la temporada es Josh. Convencido de que es un especie de nuevo mesías y que Dios le está guiando hacia la seguridad de su casa, se lleva un golpe de realidad cuando se encuentra con la voz que le estaba ayudando. El Bin Laden de una realidad alternativa estaba seguro de ser el best friend de Josh y le estaba guiando hacia la perdición. Cuando Susan (Seth Rogen) se involucra de lleno en la trama, el trío termina en Haven.

El gran obstáculo de la temporada es el llamado 'Big Suck', una especie de agujero negro temporal que crearon los tres en la temporada pasada y que ha causado que las líneas temporales se solapen y confluyan. Este accidente temporal les lleva de vuelta al año 2.000, donde un estudiante universitario se carga el sistema por un error.
Esta temporada final nos permite despedir a unos personajes que han crecido y madurado entre tanta matanza y tanta broma. Además, la serie aprovecha el final de la serie para hacer crítica del whitewashing que se lleva tanto en Hollywood, la película Aloha es un ejemplo. En un sketch final nos presentan a las personas reales en las que se basa esta historia y nos explican lo bien adaptados que están sus personajes.
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