Jane the Virgin es una serie transparente. Durante cinco temporadas nos ha dejado siempre claro lo que es: una telenovela, algo que ya hemos visto, que se supone que ya conocemos, un género basado en tópicos y, generalmente, con una reputación dudosa. Sin embargo, aun recordándonos lo que es y lo que debemos esperar, ha conseguido sorprendernos hasta el capítulo final, y eso tiene mucho, mucho mérito.
La base de esta telenovela moderna son tres mujeres. Tres generaciones con principios distintos que representan etapas diferentes de una familia emigrante. Desde un inicio, los personajes ya son la clave que acercó la serie a su audiencia objetivo, personas latinas-estadounidenses que pudieran identificarse con la cultura y con la historia. Y, por otro lado, personas blancas que buscaran una comedia amena y entretenida y que, tal vez, fueran capaces de poner sus prejuicios de lado para disfrutar de la pequeña joya camuflada que trajo la CW en 2014.
Jane the Virgin siempre se ha conservado fiel a su esencia, a su personalidad. Entre colores pastel y un humor inocente e intercultural, la serie consiguió hacer algo revolucionario: una sátira muy respetuosa de un género olvidado e incluso marginado en Estados Unidos, y su final ha sido necesario y dulce. Manteniendo ese toque único y ese factor sorpresa que siempre la ha caracterizado.
A pesar de nuestras infinitas plegarias para que no se alargara más, ya que es cierto que la penúltima entrega sufrió altibajos importantes y una pérdida de rumbo entre triángulos amorosos y gemelas malvadas, la serie protagonizada por Gina Rodriguez supo encaminarse, acompañada de su torpeza natural y su intencional incoherencia, demostrando que es mucho más que una parodia.
En una época en la que la televisión es tan voluble y reina la falta de identidad, Jane the Virgin ha finalizado con una quinta temporada cohesionada, cuidada y emotiva, dejando claro que no es una más, y despidiéndose de una forma muy personal. Quién nos diría que la protagonista de una telenovela ganaría un Golden Globe en 2015, y quién nos diría que nos costaría tanto decirle adiós.
Gracias, Jane the Virgin, por atreverte, y enhorabuena por hacerlo. Ha sido un placer.
COMENTARIOS