Netflix ha hecho historia. Con el primer capítulo interactivo para una plataforma digital dirigido a un público adulto, Black Mirror ha sido la obvia elegida para presentar un episodio en el que el espectador tiene el (aparente) control de elegir qué pasa con el futuro del protagonista.
Después de un año muy decepcionante para la plataforma en cuanto a ficción dramática, Netflix ha conseguido defender su nombre, que empezaba a cuestionarse, con lo que mejor sabe hacer: innovar. Black Mirror siempre busca el impacto, la confusión, el ir más allá, y esta vez lo ha hecho a lo grande y casi por sorpresa. Bandersnatch, episodio-película de variable duración, mantiene al espectador atento en todo momento, tarea complicada en la era digital, dificultando así cualquier tipo de distracción con otras pantallas. Irónico. Además, obliga al público a usar la plataforma, dificultando su visualización e interacción en visionado pirata. Inteligente.
Bandersnatch te atrapa en un círculo vicioso del que quieres salir pero no puedes, y si puedes, no lo haces. Con múltiples finales y muchas decisiones, el arte del episodio en sí no es sólo la forma de involucrar al espectador, es cómo llega un punto en que el protagonista es consciente de ello, y se lleva la metatelevisión al límite. Pero no te equivoques, no tienes puro control de lo que pasa, sino que crees que lo tienes. Y nos lo dicen tal cual a lo largo del capítulo. Sí, formamos parte de él, pero Netflix nos puede hacer rectificar para así redirigirnos y llevarnos por el “camino adecuado”. No olvides quién manda aquí. Es por eso que la interactividad puede ser cuestionable y un tanto frustrante, pero guste o no, esa es la intención principal. Consiguiendo agobiar al espectador y meterlo (literalmente) en la historia.
Es difícil ser objetivo evaluando un episodio con factores tan interesantes, ya que la primera impresión es dejar de lado la trama y calidad de éste y fijarse en el concepto. Si separamos calidad de función, podemos afirmar que la idea supera a la práctica, aunque el episodio intenta mantener el nivel al que nos tiene acostumbrados Black Mirror, un nivel muy alto y con poco margen de error, es posible obtener tramas flojas que parecen poco trabajadas y camufladas bajo un concepto revolucionario, junto con unos personajes distantes que sirven de marionetas para el espectáculo que nos muestra el episodio. Sin embargo, se compensa con otras tramas que rompen la cuarta pared y la llevan más allá, y con una idea indiscutiblemente innovadora. Por lo tanto, con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas, Bandersnatch será un capítulo tal vez incomprendido por muchos actualmente, pero valorado por otros y, probablemente, será aún más respetado con el paso del tiempo. Black Mirror ha conseguido marcar otro compás en cuanto a la televisión digital, y va a ser complicado para las demás plataformas seguirle el paso.
Vivimos unos momentos clave para la televisión actual. Momentos competitivos, cambiantes y desafiantes, y no habrá que esperar demasiado para ver qué más nos trae. Es innegable que estamos viviendo un cambio televisivo casi comparable con el del milenio, y tenemos muchas ganas de ver cómo acaba esto.
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