El pasado 30 de agosto Emmy Rossum publicó un post de facebook informando de su decisión de abandonar Shameless después de nueve temporadas. La pérdida de su protagonista es un golpe crítico en una historia que ya tambaleaba desde hace un par de temporadas, y es que Fiona es la columna vertebral de la serie. En su comunicado, la actriz afirmó que "hay mucha más historia de los Gallagher que contar" y lo cierto es que no estamos tan de acuerdo.
Podríamos empezar hablando de Shameless como una montaña rusa, inició siendo una comedia con toques dramáticos inteligentes que fue ganando calidad en su trama temporada tras temporada, llegando a su momento de máximo esplendor allá por la cuarta o quinta entrega, cuando el drama se volvió protagonista pero el alma Gallagher seguía presente. Pocas series han sido tan atrevidas, salvajes, descaradas y reales como ha sabido ser esta, y si a ello le sumamos un reparto brillante con gran química dentro y fuera de pantalla, nos queda una serie magnífica y rebelde que va en contra de todo y no se esconde. Fue este espíritu desvergonzado lo que se fue perdiendo a lo largo de su trayectoria, dejando una séptima temporada demasiado políticamente correcta y una octava temporada irrelevante. La montaña rusa acabó en lo más bajo sin grandes probabilidades de volver a subir, y ahora mismo parece estar encallada.
Está claro que Shameless ha sido otra víctima más del alargamiento innecesario de las series de Showtime (véase Dexter). Quedaban esperanzas de que no fuera así cuando vimos el final de la séptima temporada, una falsa despedida que crearon los guionistas cuando aún no se sabía si se iba a renovar, pero decidieron seguir, y eso pasó factura. Los Gallagher han perdido el rumbo, y aunque la calidad de los personajes y sus actores sigue ahí, poco se puede hacer si no hay storylines interesantes que abarcar. Se ha perdido a la familia y se ha apostado por la individualidad de los personajes, olvidando la esencia principal de la serie. Se echa de menos el drama bien hecho y la profundidad que había en éste y, en general, vemos como la familia se ha ido marchitando. Por ese motivo, el hecho de seguir con una serie que se está muriendo sin su personaje principal no es sólo una mala idea, sino que es una idea que ni se sostiene.
Por otro lado, no dudamos que los hermanos puedan seguir adelante sin Fiona. Se han hecho mayores y cada uno ha encontrado la forma de sobrevivir y Frank es un experto en ello. La cuestión es que se rompe la familia y, por ende, se rompe Shameless. Además, la pérdida de Fiona significa la pérdida de un personaje femenino fuerte, libre y complejo. Nunca fue un personaje más, sino quien daba fuerza a todos los demás personajes. Por eso, seguir sin ella no es sólo un error técnico, sino una ofensa al público y a la serie en sí. Emmy Rossum se marcha habiendo dado una de las mejores interpretaciones en una comedia dramática en los últimos años, nunca siendo valorada merecidamente por la crítica pero sí por su público. Habiendo reclamando un sueldo igual a su compañero de reparto William H Macy, y dejando a la serie en una situación crítica.
No queda mucha esperanza respecto al futuro de Shameless. Estamos destinados a ver cómo la serie cae en picado si continúa y va a ser algo doloroso, porque no lo merece. Sin embargo, aún cabe la pequeña posibilidad de que Fiona tenga un final coherente y que esté a su altura en la siguiente temporada (la última de la que formará parte la actriz). Esperemos que la novena temporada pueda remontar y la montaña rusa que es esta serie termine en lo alto de la atracción y no venda más entradas. Pase lo que pase, nunca se podrá negar la fuerza de Shameless y el descaro que siempre la ha caracterizado, las lágrimas que nos sacó y esa familia tan especial que se nos hace extrañamente cercana.
La novena temporada de Shameless se estrena en España el próximo 10 de septiembre en Movistar Series.
COMENTARIOS