Llegó el final. No habrá un mañana para el 99% de la población mundial y el restante deseará haberse unido a la mayoría. Sobrevivir parece importante cuando todos los demás siguen entre nosotros, pero cuando ya no queda nadie más, ¿qué sentido tiene? Hablar del fin del mundo solía ser un pensamiento sobre el que teorizar: qué nos pasará, cuál será el detonante, dónde estaremos cuando pase, qué nos llevaremos con nosotros, etc. Las dudas han quedado solventadas, aunque las respuestas no parecen satisfacer a la inmensa mayoría. Bienvenidos a la misma porquería de sistema que teníamos antes, pero con recursos más limitados y una sociedad más estricta y cerrada. Las clases no han desaparecido, llámalos grises y morados, pero al final son nobles y plebeyos.
El fin del mundo tal y como lo conocemos tal vez traiga algunas sorpresas. Pero sin duda, haber llegado a este punto no es una de ellas. El ser humano lleva tratando de autodestruirse desde que pisó el planeta y en su camino ha arrasado con todo lo que ha podido. Era cuestión de tiempo que llegásemos a este punto, aunque parezca que ese conocimiento se nos haya escapado durante siglos y finalmente nos pille por sorpresa.
American Horror Story regresa una temporada más con la idea definitiva del terror: la falta de futuro. Puedes vivir en una casa encantada, en un hotel lleno de asesinos o en un manicomio donde te pueden torturar, pero siempre hay esperanza ya que tras ese periodo de oscuridad sabes que vendrá un tiempo indudablemente mejor. Pero ¿y si esa posibilidad desaparece? El apocalipsis ha llegado y son muy pocos los que vivirán un día más para contarlo. Sin embargo, sobrevivir la primera embestida no es nada en comparación con lo que viene después.
Ante la dramática situación del mundo, un grupo llamado Los Visionarios decidió luchar y retrasar el juicio final, al menos para unos cuantos elegidos. Creó una nueva sociedad basada en la anterior pero con clases marcadas y reglas concisas y estrictas. El orden es fundamental en tiempos de crisis, por lo que se imponen dos simples reglas: no se puede salir de la casa y no habrá cópulas sin autorizar. Esta cooperativa lidera el nuevo orden mundial, y por debajo se encuentran los morados o púrpuras, un grupo compuesto por inversores y por hombres y mujeres con una genética que asegurará la continuidad de la especie. No hay nobles sin siervos, por ello aparecen los grises, que se encargarán de mantener el refugio limpio. Sin embargo, toda esta nueva sociedad verá pronto su fin sin los recursos necesarios. Ya no hay un planeta entero que sirva y cubra nuestras necesidades. El auténtico final está cerca hasta que un nuevo filtro aparece ante los supervivientes: El Santuario. ¿Será este la verdadera y última esperanza para la humanidad?
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