Fear The Walking Dead vuelve con una calma necesaria. La primera mitad de la cuarta temporada nos sorprendió a todos con su ritmo y con su capacidad de cargarse a personajes principales, por lo que este “descanso” es merecido. Es, cuando menos, curioso que la calma que han estado "disfrutando" los personajes haya sido interrumpida por la tempestad, y no al contrario. Por primera vez en mucho tiempo tienen tiempo de aburrirse, de deprimirse y de sentir las pérdidas que han sufrido, que falta les hace.
Es un alivio ver que nuestros personajes también sufren. Estamos acostumbrados, tanto en The Walking Dead como en la serie acompañante, a que los personajes unan trauma con trauma, enemigo con enemigo y apenas se permitan sentir y curarse. Los personajes caen como moscas y nadie les llora. Están demasiado ocupados para permitirse un periodo de duelo. Pero ahora lo tenemos y es la reacción mas humana que nos han dado desde que empezase el Apocalipsis.
Los personajes que siguen con vida viven en paz y en cierta armonía. No viven juntos, pero sí que son vecinos de los que se saludan en el rellano. Los que peor lo están pasando son Alícia, Victor y Luciana. Lógico, porque son los únicos que han perdido algo en lo que va de cuarta entrega. Luciana ahoga las penas en la playlist “canciones para llorar” y Victor hace lo propio en litros y litros de vino. Alicia, por su parte, intenta limpiar un poco su aura tras toda la muerte que ha arrastrado con el tiempo e intenta seguir unas pistas que le sirven para compartir tiempo en pantalla con Morgan.
El coprotagonista de la serie (Morgan) ya está cansado de pasear por el “B” show. Ni una temporada completa le ha durado la independencia y necesita volver a Virginia. A Alexandria. A su hogar. De momento, solo Althea está dispuesta a acompañarle, y es que los demás o están muy rotos o tienen sus propios planes. Suponemos que Morgan ayudará a que se fortalezcan durante lo que queda de campaña, y que la ya confirmada quinta temporada servirá como nexo entre las dos series.
Si tenemos en cuenta que la temporada 9 de la serie madre ocurre un año y medio más tarde de los inicios de esta cuarta de FTWD, tiene su lógica que la próxima campaña nos sirva para explicar qué ocurre en el sur antes de que los dos grupos se fusionen. Por el momento, parece que Morgan se va a quedar un poco más por aquí porque tiene mucho trabajo que hacer con semejante estado de ánimo colectivo.
El resto de caras nuevas de la temporada comparten su propia trama. John Doria se sigue recuperando de sus heridas de bala, y lo hace junto a una June que ha decidido mostrarse tal y como es (por una vez). Los papeles que ha interpretado desde que la conocemos, ya sea el de Laura o el de Naomi, pesan sobre la nueva rubia porque tiene miedo de que su verdadero ser no sea suficiente. Desde aquí confirmamos, June podría ser una patata en lugar de una persona y John seguiría loquito por sus huesos.
Ambos comparten vida con Charlie, la niña que tanto odio despertó durante la primera mitad de la temporada por haber matado a Nick. La chica siente que no pertenece al grupo, se siente perdida y decide huir. Como la suerte no es algo que acompaña nunca en The Walking Dead, se levanta una tormenta de las que dan miedo. John y Víctor, June y Althea, Morgan y Alícia, y Luciana, obligada a correr tras la asesina de su novio, son los emparejamientos que han decidido regalarnos en este inicio de temporada. Parejas a las que no hemos visto interactuar casi y que nos van a ayudar a desarrollar un poco más a los personajes, eso seguro. (Déjà vu de la cuarta temporada de The Walking Dead).
Por cierto, ¿qué opináis de los walkers al estilo Sharknado? ¡Estad atentos, que ahora los caminantes vuelan!
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