La ejecución de Eden ha sido la semilla de la discordia en la casa Waterford. El miedo que Fred tiene hacia las mujeres le hace vivir hasta indignado por los actos de una adolescente enamorada. Las lágrimas de Serena eran un pequeño adelanto de las que derramará cuando sea su hija Nicole la que muera a manos del país que su madre ha ayudado a construir. Gilead no es un lugar en el que pueda crecer una mujer. Allí solo hay esclavas o muñecas sin vida. Eden ha separado a Fred y a Serena, pero ha unido con su amor a las mujeres de la casa. Criada, Martha y esposa son una en la lucha por la libertad. Y todas ellas están dispuestas a sacrificar sus vidas por lo que creen.
Serena comenzará la lucha incitada por June, que casi la reta a demostrar que en Gilead la mujer también es importante. La señora Waterford unirá a las esposas más destacadas del país para pedir que todos los hijos e hijas de Gilead aprendan a leer la palabra de Dios. Su simple petición es tomada como una osadía y su lectura de la biblia es un pecado que debe erradicarse. El poder tiene limites, sobre todo cuando se trata del de una mujer. Fred, con todo el amor que dice procesar a su esposa, permitirá que ésta sea mutilada por sugerir que las mujeres deben saber leer. Otra bofetada que recibe Serena del mundo, que trata de hacerla despertar. En este contexto las Marthas se unen para sacar a June y a Holly de un lugar en el que nada crece. Un acto supremo de sororidad perfectamente orquestado por las ignoradas e invisibles. Todo ello sucede bajo el conocimiento e impotencia de Fred, que vuelve a verse como el títere de su hogar, el que manda ante la sociedad y es ignorado en su casa.
Moverse al compás de lo que la sociedad impone es fácil. Solo tienes que dejarte arrastrar por la marea, perder tu voz e individualidad y dejar de pensar. Pero ¿y si a pesar de todas las adversidades prefieres morir a perderte en la masa? A Emily Gilead se lo ha quitado todo, hasta el nombre, pero ella no ha dejado de luchar. Perdió la esperanza en las colonias, allí ese sentimiento es inconcebible, es un infierno en la tierra. Pero la tragedia de "su patria" la devolvió al punto de partida. Hay veces que pierdes la perspectiva cuando todo es oscuro. En las colonias todo parece bueno, hasta ser criada. Pero recordar y vivir son caminos muy distintos. La muerte inesperada de su comandante crea en ella un sentimiento de justicia e incertidumbre, morir violando parece un castigo casi divino. Se vuelve a encontrar ante un nuevo futuro incierto. Pero si algo ha aprendido esta antigua profesora es que en este nuevo país siempre se puede ir a peor. Tía Lydia, como buena granjera, será la encargada de otorgarle un nuevo pastor: un hombre importante que quiere a una criada caída en la desgracia. ¿Dónde está el truco?
No ser capaz de anticiparse a los movimientos de un hombre de Gilead es como hallarse ante una nueva especie de depredador. Indudablemente no puedes esperar nada bueno de un hombre capaz de concebir las colonias. Solo puede haber maldad en una cabeza que manda a sus compatriotas a una muerte lenta, dolorosa y asegurada. Sin embargo, ya sabemos que la apariencia ante la sociedad y la realidad del hogar son cosas muy distintas en Gilead. Joseph Lawrence es un hombre respetado por sus ideas. A fin de cuentas ha creado un gran sistema económico que es la base de su país. Sin embargo, vive en un matrimonio roto, con una mujer que parece haber perdido el juicio ante la idea de haberse casado con un monstruo. El arrepentimiento ha llegado a él, y este nuevo hallazgo ha venido con Emily de la mano. Ella es una oportunidad para redimirse, una prueba viva de que Joseph no solo es un genocida eficiente. Pero ¿una sola vida puede ser comparada con la perdida de cientos?
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