Una reputada abogada blanca y demócrata vuelve a su despacho tras un día raro. Acaba de asistir al funeral de un veterano abogado y, por el camino, se ha enterado de que otros dos han muerto inesperadamente, uno de ellos, tiroteado por un desconocido al grito de "¡Muerte a los abogados!". "Parece una epidemia", dice ella. La ley ya no es tan poderosa como antes y lo sabe. Asustada, se sienta en su escritorio y abre el cajón. Ahí sigue su arma, preparada para lo que pueda pasar. La abogada cierra el cajón y mira por la ventana intentando relajarse. Entonces, ve algo en el edificio de enfrente: es una pareja practicando sexo con caretas de Trump. En ese momento, Diane Lockhart se da cuenta de que una guerra surrealista y sin sentido acaba de empezar.
Los King vuelven a ir a por todas en esta segunda temporada de The Good Fight plagada de crítica política. El funcionamiento del bufete Reddick & Boseman sigue como de costumbre pero hay un ambiente de controlado pánico que interfiere en todo. Los abogados se sienten perseguidos por esta "epidemia" que Chicago está sufriendo y eso nubla su juicio. La mejor representación de ello se ve en el personaje de Diane, quien esta temporada se vuelve más vulnerable que nunca. A pesar de lo divertido que es verla bajo los efectos de la droga, Diane, una abogada hasta entonces modelo, pasa por una mala racha que se traduce en la infidelidad a su marido, su obsesión por los animales de compañía que colecciona el presidente Trump y su desconfianza hacia quienes le rodean. El miedo saca la parte más insegura de la abogada y su famosa carcajada se vuelve casi histérica en esta temporada.
La trama de la estafa piramidal se cierra a principios de esta temporada y el personaje de Maia pierde protagonismo para centrarnos en otros personajes femeninos más interesantes como el de la nueva abogada asociada, Liz Reddick, ex-mujer de Boseman, otra declarada anti-Trump que también necesita que alguien le diga que no está tan loca como cree. En un inicio, los King nos la presentan como un personaje hostil, resentida con su ex-marido y que intenta quitar a Diane de su camino, pero conforme avanza la temporada, entendemos que no es más que otra madre asustada que haría lo que fuese por el bienestar de su familia y de su bufete. Su compromiso total a la causa se muestra cuando Lemond Bishop, controvertido personaje de The Good Wife, vuelve a escena como cliente de Diane y, a pesar del daño que él le hizo, lo acepta como cliente por el bien del bufete.
En cuanto al resto de personajes femeninos, Maia y Marissa se vuelven, por fortuna, complementos de la trama que proporcionan grandes momentos de comedia consagrándose en esta tanda como la super "amis" de la serie. Lucca sigue con su embarazo, hecho que le quita credibilidad a su personaje, pero que constituye una excusa perfecta para seguir con la trama de su relación con el aspirante a senador, Morello, el Will Gardner de The Good Fight, y con su alocada suegra. El embarazo de Lucca también aporta una buena cantidad de escenas divertidas (el momento globos y el parto son lo mejor) al mismo tiempo que muestra la realidad de las mujeres trabajadoras que quieren ser madres por un lado y, por otro, el de tener un hijo de alguien que aspira a convertirse en senador y que necesita reflejar una buena imagen mediática.
En el caso de los personajes masculinos también vemos cómo sufren los efectos de la era Trump. Por un lado, Adrian Boseman entra también en una especie de crisis que le lleva a enfrentarse a su equipo en varias ocasiones y que culmina con su intento de asesinato, momento en el cual se da cuenta de que no solo van a por él, sino también a por su bufete. La lucha ya no es solo externa y los grandes bufetes americanos buscan aprovechar el momento de pánico que viven los demócratas mientras las instituciones públicas se dividen ante una inesperada caza de brujas. Es de esta caza de brujas de quien es víctima también el investigador del bufete, Jay Dipersia, quien es detenido por el departamento de inmigración, capítulo en el que, de nuevo, se pone en tela de juicio la política de Trump capaz de gastar millones en echar del país a inmigrantes que llevan toda su vida trabajando allí.
De esta segunda temporada no cabe duda de que el mejor capítulo es el noveno, en el que los King van directos a la yugular del presidente americano dos capítulos después de su ficticio intento de impeachment. El bufete por fin da con el talón de Aquiles del presidente con un vídeo llamado "Lluvia dorada" en el que Trump aparece manteniendo relaciones sexuales con prostitutas rusas. En este capítulo, los creadores juegan con nuestra mirada para ver si estamos tan paranoicos como los propios abogados de Reddick & Boseman y nos regalan ese momento Pulp Fiction en el que nos damos cuenta de que, en efecto, la prostituta no mentía, y que el impeachment es algo posible. Esa escena del pen drive metido en un sobre que pone "2020" en la caja fuerte de la representante del comité nacional del partido demócrata nos da un aire de esperanza nuevo y nos pone el vello de punta al mismo tiempo.
La era Trump ha desatado el pánico entre los liberales, pero ellos no están dispuestos a dejarse ganar. Esta segunda temporada de The Good Fight ha sido especialmente visceral y ha cuestionado sin tapujos la política republicana sin dejar atrás temas tan actuales como el #MeToo y el microtargeting o las fake news. También se ha atrevido a explorar diferentes narrativas sin dejar de jugar con su característica estética y nos ha dado cameos maravillosos y personajes muertos de miedo pero llenos de humanidad.
En definitiva, el spin-off de The Good Wife ha vuelto esta temporada con más fuerza que la anterior, más crudeza y un mejor equilibrio del drama y la comedia. En un mundo surrealista y confuso en el que la gente practica sexo llevando caretas de un líder idiota y arrogante los King lo tienen claro: puede que hayan ganado la batalla pero no la guerra. The Good Fight continúa.
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