Es un muy buen momento para la revolución. Eso nos promete Dietland con su campaña de marketing y así se extiende a lo largo del piloto y ese segundo episodio con los que AMC ha presentado su primera serie female-driven desde… Su primera serie capitaneada por personajes femeninos, punto pelota. Un paso que la cadena ha tardado en dar once años entre Ricks, Dons y Walters. Esta semana, en lo que parece un intento por reconciliarse con el target no varón blanco, conocíamos a Plum, una oronda heroína que se va a disputar la pantalla con nada más y nada menos que Julianna Margulies y nos ha dejado intrigados con todo lo que su historia puede dar de sí. Empezamos.
Dietland es una adaptación de la novela homónima que ha cosechado grandes críticas literarias y que desde luego aparenta ser una opción idónea para trasladar al cable americano. Su protagonista, Alicia alias Plum por aquello de la redondez, es una mujer con obesidad mórbida que trabaja como ghostwriter (por no decir negra) para el consultorio de la editora jefe de la típica revista de belleza, Alicia Florrick para los amigos. Esta noción tan Ugly Betty 3.0 Era Trump del patito feo entre la jauría de lagartas fashion victims rápidamente nos lleva por otros derroteros mucho más curiosos: una conspiración para derrocar el heteropatriarcado, los cánones de belleza, la industria cosmética entera y la talla 38 porque me aprieta el.
Antes de seguir desgranando (sin spoilers, faltaría más) los dos primeros episodios, tenemos que fijarnos en quién firma la adaptación de Dietland: Marti Noxon. Marti no será uno de los grandes nombres del panorama televisivo actual, pero ya deberíamos empezar a temerla teniendo en cuenta que fue showrunner de las dos últimas temporadas de Buffy y, más recientemente, ha dado a luz uno de los dramas femeninos más imprescindibles de la Peak TV: UnReal. Y sólo por eso ya tiene toda nuestra atención cuando vuelve a apostar por mujeres de armas tomar.
El piloto se luce con la presentación ágil de su protagonista, tirando de comedia ácida, pero con un regusto agridulce. Aquí entra en juego un terreno pantanoso para la serie: Plum es un personaje que se rechaza por su apariencia física. Está pendiente de bajar los diez kilos que le faltan para hacerse una reducción de estómago. Y de empoderarse también. El humor autoconsciente de su narración tiene ese tono depresivo que necesita ser expuesto en este fantástico universo televisivo nuestro donde no hay cirujano feo ni adolescente sin eight pack. Ahora bien, toda la noción body positive que impregna el ambiente y la simpatía con la que se trata el trastorno dismórfico corporal se quedan blanditos y muy naif al lado del mensaje subversivo que lanza. Esa pancarta en cinco actos de inmensa carga social es dinamita para una historia con muchísimo gancho desde el punto de vista narrativo.
Sí, es un mensaje importante, positivo, bien recibido para cualquier espectador que se beneficie de la identificación de los efectos del yugo de la estética en nuestra sociedad, pero a la vez es un arma de doble filo. No es la primera serie que hace de la protesta abierta su pilar central. Puedes hacer una The Good Fight, una Atlanta o una Mr. Robot, todas a la vanguardia de la evolución televisiva; o puedes acabar con una Here and Now o una Glee y que te vomiten la consigna de turno en un discursito malamente escrito y se queden más anchos que largos. Dietland, de momento, apunta más al segundo grupo y me da pánico.
Ahora bien, mientras que esta dimensión de "televisión de servicio público" corresponde más al arco interno de Plum, toda la cuestión conspiratoria guerrillera que gira a su alrededor nos ha dejado con ganas de mucho más. Hablamos de bandas de mujeres radicalizadas, sociedades ocultas infiltradas en los departamentos de maquillaje y vestuario, homicidio brutal sin censura y la justicia tomada por sus manos cual vigilante. Y no esa basura que se dedican a hacer en Arrow. Con sumo secretismo nos van dando migajas de una trama de misterio que complementa el leitmotif insurrecto de la serie, mientras que eleva la dramedia a un nivel de polivalencia que pasa sin problemas todos los controles de calidad. Entretenimiento estival de clase media-alta.
Dietland, por lo que nos ha enseñado, es una serie de verano de manual. Tiene todos los elementos que pide esta temporada, está perfectamente encuadrada en su contexto social y trae consigo un reto que no estaría mal ver cumplido: convertir a la gorda en un personaje que se base en algo más que su tamaño. En esta era de Quanticos y Riverdales, divinas todas y fornidos todos, se ha quedado buen día para dar un golpe en la mesa y decir: ya que en esta cadena no ha habido mujeres protagonistas en más de una década, que la nuestra encima llegue y reviente el estereotipo entero.
Esperamos atentos los avances, os recomendamos que la sigáis también de cerca para, sobre todo, ver si van con cuidadito y no la lían con los tópicos.
Ya disponible en Amazon Prime Video.
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