Después de acabar la primera parte de la cuarta temporada de Fear The Walking Dead, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el único objetivo que han tenido desde que se anunciase el fichaje de Morgan ha sido el de terminar con la serie que habíamos seguido durante más de tres años y convertirla en un calco de The Walking Dead pero protagonizado por el señor del aikido. Es una pena que para conseguir que aumentasen los miembros del grupo hayan tenido que descuartizar a la familia original que nos había guiado por esta serie acompañante.
Este episodio se centra en colocar las últimas piezas al puzzle temporal con el que nos habían sorprendido hace dos meses. La pieza fundamental de todo este entramado era Madison y le han dedicado un episodio entero a su despedida. Porque sí, queridos, las sospechas que hemos tenido desde prácticamente el minuto uno de esta temporada han resultado ciertas. Madison Clark está muerta y con ella gran parte de la esencia de Fear The Walking Dead.
Si soléis leerme, ya sabréis que nunca he sido muy fan de Madison porque siempre he creído que era más villana que un héroe en esta historia. Sus decisiones solían ser erróneas y, en muchas ocasiones, contrapuestas a las de la gran figura apocalíptica, Alicia. Pero, me guste o no, Madison era la absoluta líder de esta serie y le han permitido despedirse heroicamente. Porque lo importante no era saber si había muerto o no (ya lo sabíamos), sino ver cómo había acabado la aventura de esta incombustible madre coraje. Y, cómo no, muere por darle una nueva oportunidad a sus hijos. Verla guiar a los walkers hacia el estadio, bengala en mano, es de un nivel badass que se sale de todas las gráficas. Madison cae, y nosotros seguimos hacia adelante con un producto que ya no es el mismo.
La pieza de Madison ha sido encajada un poco con el personaje de Althea. Ha sido bastante simbólico que estas dos supervivientes se hayan cruzado mucho antes de la historia que nos han contado. Antes de que los Vultures fuesen una amenaza. Antes de que el estadio fuese una realidad en la vida del grupo. El encuentro entre ambas no nos da mucha más luz, salvo quizá que Althea haya inspirado la vena altruista de Madison, pero, sobre todo, nos muestra que una vez se reunieron en Mexicali, volvieron a estar separados por algún tiempo. La historia de nunca acabar con la separación de grupos que tanto gusta en la franquicia de The Walking Dead.
El otro interrogante que teníamos en esta midseason finale era la delicada salud de John Doria. El cowboy está sano y salvo, y es que habría sido una putada muy gorda que te maten el mismo día que se cargan a la líder de la serie. Nadie se habría preocupado por John en la vida. Al menos, su continuidad abre la posibilidad de algunas tramas que no hemos visto hasta ahora, entre ellas, seguramente será el encargado de redimir a June (sí chicos, ni Laura ni Naomi).
¿Qué podemos esperar ahora? Honestamente, creo que nos enfrentamos a una serie muy diferente. El grupo es más heterogéneo que nunca y ambos lados van a tener que poner de su lado para poder sobrevivir. Las muertes de Madison y Nick hacen también que la serie se vuelva más impredecible. Cualquier puede morir en cualquier momento. Una cosa que me preocupa es saber quién será el líder a partir de ahora. En un mundo justo, Alicia tomaría las riendas que dejó su madre. Este personaje ha sido el que más ha crecido desde el inicio de la serie, y creo que sustituir el liderazgo de una mujer como Madison para dárselo al hombre salvador (Morgan) sería un retroceso para la serie. No creo que The Walking Dead haya pecado nunca de defender el rol de damisela en apuros de las mujeres de las series, así que ahora no debería dejar el puesto principal a un hombre que lleva ocho episodios en la serie.
El 12 de agosto regresa Fear The Walking Dead a las pantallas americanas y será una prueba de fuego para todo el universo zombie. Quizá sea bueno para la serie original ver cómo funcionan las cosas sin la protagonista, ahora que Rick Grimes tiene los días contados.
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