A tres episodios del final de la temporada se empiezan a calentar ya las notas de despedida y las listas de regalos para la boda. Por suerte, sigue impuesto el equilibrio de la coralidad en una hora que parecía que se iba a llevar Alex de calle. Para bien o para mal —para bien, porque si de cuatro escenas dos son jugando al béisbol él solo, apaga y vámonos— la cuestión de la Sra. Karev no tiene más trascendencia que una invitación para el casorio y una paz para un conflicto que no existía. Llevas dieciocho temporadas sin hacerle caso a tu madre y de repente te cruzas un país porque... ¿no sabes cómo hacer tiempo y tu boda lleva en ciernes siete de esos dieciocho años? Pues también.
Más en las líneas de la relevancia escasita: Amelia y su mascota. Como si fuera poco cuidar del marido maceta que se echó, ahora tiene que vigilar a una adolescente poseída por el demonio de los narcóticos. El mundo de la droga se debería dejar más para una Breaking Bad que para una Anatomía de Grey. Adicciones hemos visto ya unas cuantas, la de esta pobre niña desgraciada no es nada nuevo y, lo más importante de todo: ¿quién eres y qué más nos da? Es duro decirlo, pero aún más duele pensarlo: lo más entretenido de esta rama de la casa es Hunt y los gorritos que le pone al niño. Las cosas como son, el niño solo sostiene mejor una escena que Hunt por sí solo.
Vamos al drama gordo, que tanta excelencia nos satura. Arizona Robbins tiene ya un pie fuera y otro dentro. Y sí, esto es un chiste sobre amputaciones. La de los patines revive el cisma que nos permite este chascarrillo con otra paciente con la que se vuelca demasiado. Sólo le ha faltado ponerla mirando a Antequera y hacerse un Izzie Stevens. Es curioso como llevas desde 2009 en un sitio y sólo te hace falta una preñada con fobia a las agujas para decidir que te vas a Nueva York. Ella: sólida.
Nos quedan dos episodios. El billete de ida parece estar ya comprado, así que la guillotina nos la vamos a ahorrar por la zona pediátrica. O no. ¿Sobrevivirá Arizona a ese vuelo o este sí que se le caerá con ganas al suelo? Las incógnitas sobre su salida son varias, pero con esa llamada y hacerla con dos semanas de antelación nos deja una duda muy importante: ¿habremus Callie para el final de temporada? Falta nos haría. Aunque sólo sea para celebrar la insípida ruptura con la hermana de DeLuca. Qué gran misterio de la ciencia y del guion que ese personaje haya pululado una temporada entera por el hospital sin pena ni gloria. Y sin infarto repentino, que ya podría habernos dado algo de sustancia.
Más drama: la cuestión legal. Miranda Bailey tiene que disculparse con un interno listillo. A Miranda Bailey, en efecto, le puede tocar un pie fuertemente porque ella es grande y libre. Bailey no se doblega ni aunque le venga Viola Davis vestida de juez a darle con el mazo en el higo. Siempre apreciaremos cómo las minucias de la clase becaria sirven al menos como alivio cómico en episodios de intensidad moderada tirando a bajita. Sin sustos, previsible, pero al menos echándonos unas risas con lo diva y lo necesaria que es esa mujer. Y lo entretenida que está sin su marido cojín, que se ha acordado de él lo mismo que nosotros desde que se fue a su spin off.
Y vamos a rematar con Meredith, porque si no ha trabajado en todo el año, para qué iba a empezar ya en un episodio veintidós. Meredith se va a echarse un café de funcionario y termina de dardos con un doctor que pasaba por ahí meditando sobre la carrera espacial. Lo que es un martes en la vida de Marimerce. Tras otro caso de influencia drástica por parte de un personajillo aleatorio, Meredith se pasa el derecho industrial y las leyes de patentes por el forro, le cambia el nombre del invento de su madre en favor de la Dra. Madrid y la manda a cagar a una vía de Atocha. Alguien ha dejado ya recogidas sus tramas de la temporada y tiene la maleta hecha para irse de vacaciones a Benidorm.
No os olvidéis de ver la promo del episodio de la semana que viene si queréis levantar la ceja y preguntaros aún más sobre la gestión de la información y el drama de la serie últimamente.
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