Siete días son los que faltan para el crossover de The Walking Dead y de Fear The Walking Dead y la serie madre ha decidido vomitar (pun intended) las tramas que se habían alargado en exceso. Los storylines que protagonizan los salvadores son una de esas cosas que son tediosas por lo poca chicha que tienen para el tiempo que les dedican. Los estandartes principales de esta agrupación son Negan, Simon y Dwight y su motor, la traición.
El regreso de Negan al Santuario ha sido un huracán que ha puesto patas arriba los cimientos de la nueva sociedad que Simon estaba creando. Una sociedad más sanguinaria, menos práctica y mucho más letal. El absurdo encuentro que protagonizaron Negan y Jadis la semana pasada ha servido para que el soberano de los saviors sepa lo peligroso que es tener bajo sus filas a un hombre borracho de poder. Simon es impredecible y ya ni siquiera disimula a la hora de intentar comandar un motín a bordo del barco de Negan.
Dwight, que también tiene cosas que ocultar, no duda en empujar bajo el autobús al hombre del bigote. Negan y Simon deciden resolver sus diferencias como procede en el club de la lucha y se lanzan a puñetazo limpio el uno contra el otro. De nada le sirve a Simon tener más cuerpo que Negan, así como quien no quiere la cosa Negan termina matándole y colocándole reanimado en la cerca del Santuario. Lo único que cabe destacar de esta rivalidad ha sido la torpeza de Simon y la rapidez en matarlo de Negan, porque mi paciencia hubiese sobrepasado su límite si Negan se hubiese puesto a jugar al disimulo durante más minutos.
La impaciencia ha sido clave en este episodio para el dueño de Lucille porque ha decidido desvelar su juego a todo el mundo. La semana pasada recogía a una autoestopista, que ha resultado ser Laura (oh, vaya), quien destapa por completo la coartada de Dwight no sin antes tenderle una trampa a modo de plan falso que Gregory ha terminado por hacer llegar a Maggie y los demás. Si es que para una vez que Gregory hace algo útil...
Si os habías creído que todo había sido avance en este episodio, vais apañados. Esto es The Walking Dead y si alguien avanza hacia adelante dos pasos, alguien tiene que ir hacia atrás para no pisarse. Daryl y Rosita han vuelto a unir fuerzas para secuestrar a Eugene. Su objetivo, utilizar las conocimientos de su exaliado y evitar que los saviors se beneficien de su cerebro. El plan parecía sencillo, sobre todo teniendo en cuenta que Eugene es de esos personajes que se dejan arrastrar por el mundo si con ello consiguen mantenerse con vida.
El problema está en que Rosita no le puede ni ver. Y razón no le falta. La chica del fusil es la persona que más ha tenido que sufrir a Eugene. Ellos formaban parte del equipo de Abraham, Eugene les mintió sobre la cura. Eugene se unió a los saviors poco después de que Negan matase al pelirrojo. Rosita y Sasha intentaron rescatarlo antes de la misión suicida y él decidió quedarse... La lista cada vez es más amplia y las palabras de Rosita en este episodio hacen mella en Eugene. El científico se siente más apreciado en el Santuario, o al menos puede creerse más valioso desde dentro. Con Gabriel no se ha portado nada mal.
Por cierto, para comprender el desenlace de esta trama hay que imaginarse que el torpón de Eugene esposado es más rápido y ágil que dos de las personas más efectivas a la hora de matar gente.
Para concluir, toca hablar de Aaron. El pobre está cumpliendo a rajatabla con su rol como personaje de los créditos. Para ser personaje principal tienes que desaparecer durante media temporada y protagonizar un regreso que a nadie le importa por lo poco que consigues aportar a la trama. Menos mal que han aprendido del desastre que fue la visita de Tara a Oceanside y no le han dado un episodio completo a este pobre iluso.
Las tácticas de persuasión de Aaron consisten en acampar, no beber, no comer, matar algún caminante entre el barro e intentar despertar la furia de las mujeres lideradas por Cyndie como ya lo había intentado la policía en el pasado. Lo peor es que seguramente lo conseguirá, serán un factor decisivo en la season finale como Sansa lo fue en la batalla de los Bastardos y la pobre Tara verá que un don nadie puede conseguir a la primera algo en lo que ella ha fallado dos veces.
Las tácticas de persuasión de Aaron consisten en acampar, no beber, no comer, matar algún caminante entre el barro e intentar despertar la furia de las mujeres lideradas por Cyndie como ya lo había intentado la policía en el pasado. Lo peor es que seguramente lo conseguirá, serán un factor decisivo en la season finale como Sansa lo fue en la batalla de los Bastardos y la pobre Tara verá que un don nadie puede conseguir a la primera algo en lo que ella ha fallado dos veces.
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