El pasado 25 de diciembre Papá Noel nos trajo la segunda temporada de Las chicas del cable, y es que qué mejor plan que ver a nuestras queridas telefonistas en el sofá debajo de una manta mientras comemos turrón. Y aunque el tráiler que sacó Netflix hace unas semanas ya nos dejaba ver que algo gordo iba a pasar en esta nueva entrega, no imaginábamos hasta qué punto iba a sorprendernos.
El primer capítulo de la temporada empieza fuerte:Lidia, Ángeles, Carlota y Marga se ven envueltas en un asesinato que cambiará sus vidas y que marcará la trama. El misterio de quién es el cadáver que las cuatro jóvenes tiran a un río se resolverá en el primer episodio, y son las consecuencias de este crimen, la culpa, el sentimiento de libertad y el miedo lo que de verdad es relevante en los ocho capítulos que forman la segunda temporada. Con este inicio tan Big Little Lies se nos presentan a unas chicas mucho más unidas entre ellas, que harán lo que sea necesario para protegerse las unas a las otras y seguir luchando por lo que quieren en una época que está en su contra.
Además del crimen que inicia la temporada, se nos presentan otras tramas, unas más interesantes que otras. El triángulo amoroso entre Lidia, Carlos y Francisco sigue presente, y aunque es obvio que no se iba a prescindir de éste, llega a ser un tanto cansino. Esto se lo podemos perdonar por aportar algo más a la historia de nuestra ambiciosa protagonista, que ansía presentar un nuevo proyecto a la compañía telefónica y poder demostrar de verdad todo de lo que es capaz, porque es una mujer y es fuerte, y puede hacer cualquier cosa que haga un hombre, aunque tendrá que superar todas las barreras que se le presentan y lidiar con el rencor que le guarda Carlos.
En cuanto a nuestras otras tres protagonistas, no sólo tendrán que preocuparse por haber cometido un delito, sino que tienen mucho más que contarnos. Ángeles se siente por fin libre habiendo salido de una relación abusiva, pero esta libertad no dura mucho, ya que la investigación del caso no la dejará casi respirar. Marga vive un cuento de hadas con su prometido Pablo, pero habrá una tercera persona que no se lo pondrá tan fácil. Carlota sigue siendo impulsiva y cabezota, y conocerá un secreto sobre Sara, su novia, que le cambiará por completo la forma que tiene de ver las cosas.
La temporada avanza rápidamente, tratando todas las tramas y solucionando los conflictos con eficacia, aunque dejándose pequeños pero importantes errores en la historia y en el guión. Hijas que aparecen en un capítulo y luego desaparecen sin explicación, somníferos que se tienen a mano como quien tiene una barra de pan, la fácil irrupción en un centro psiquiátrico, palizas que no dejan ni un moretón, y un largo etcétera de fallos que son difíciles de ignorar. Tema aparte es la banda sonora con canciones pop actuales, que puede gustar o no, con la intención de dar un toque fresco a la trama, y la típica protagonista un tanto irritante, que lo sabe todo y siempre tiene la solución, recordándonos a una Jack Shephard de los años 20. Además, la serie se vuelve demasiado predecible en algunos momentos, pero si ignoramos estos descuidos, tenemos una temporada muy entretenida, con una producción maravillosa, una ambientación de lo más realista y una fotografía muy bien cuidada. Las interpretaciones del elenco no dejan la piel de gallina siempre, pero son más que suficientes para poder apreciar a los personajes y cogerles cierto cariño.
Otro punto a favor de esta temporada y de la serie en general es la inclusión de temas tabú de la época, que en parte siguen siéndolo hoy. Como las personas transgénero, el poliamor, la libertad sexual, la violencia de género, el machismo en el lugar de trabajo y los derechos de los trabajadores. Estos temas se incluyen de forma inteligente y aportan emoción a la historia, haciendo reflexionar al espectador y mostrando cómo se vivía en épocas anteriores el hecho de ser diferente o de luchar por la igualdad.
La segunda temporada de Las chicas del cable es mucho más oscura, mostrando todavía más sororidad y dando lo mejor de sí misma, superando a la primera temporada. Con momentos de tensión y otros técnicamente más irrelevantes, consigue que veamos los ocho capítulos de manera rápida y nos deja con ganas de más, terminando la temporada con un cliffhanger de infarto. No es una serie perfecta, pero es una serie muy nuestra, y nos gusta. Quedará por ver si podrá solucionar las pequeñas incoherencias que tiene en la tercera temporada, que se estrenará en 2018.
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