¿Cuándo ha pasado How to Get Away with Murder de ser una serie sobre abogacía a una sobre psicología? Es hora de abrir el melón de por qué nos están bañando con tantas dosis de psicólogos tratando a gente y esos psicólogos siendo tratados por otros psicólogos que contactan con la misma gente que estaba siendo tratada por los primeros psicólogos para no sabemos qué. ¿Os habéis enterado? Nosotros tampoco. Desconocemos la utilidad de la repentina presencia de Isaac y su ex mujer en todo este fregado. No uno, ni dos, ni quizás tres, sino cuatro personajes han perdido a su hijo en la serie. La muerte inesperada de primogénitos se postula como temática trillada de la temporada. La están quemando más que el antiguo hogar de Keating. No necesitamos a más individuos atormentados que están a punto de recaer en el alcohol.
Lo que nunca será repetitivo es ver cómo los protagonistas acaban metidos en crímenes de forma tan sencilla. Yo sigo reivindicando el crossover definitivo con Anatomía de Grey. Si esa fusión se lleva a cabo, es posible que aparezcan los cuatro jinetes del Apocalipsis anunciando el fin del mundo. Uno de los caballeros a lomos de un corcel sería Keating mojada, llena de sangre y con cara de circunstancia por haber hecho o visto algo terrible. Esta mujer no descansará en paz hasta que no esté muerta. El horror le persigue. ¿Cómo puede haberse retorcido todo hasta ese punto? Dejaremos de lanzar hipótesis y preguntas porque nunca acertamos. Estamos más perdidos que un pulpo en un garaje. Nada será finalmente lo que parece. Están jugando con nosotros mientras acumulan más drama y tramas que no sabemos por dónde van a explotar.
La parte positiva es que, después de 6 episodios, Asher ha tenido un papel algo más significativo. Está en modo novio coraje, preocupado porque su novia le miente y porque descubre (más bien recuerda) que su grupo de amigos no le cuenta nada por ser un bocazas, un pesado y no pertenecer a ningún grupo social oprimido. Y no tiene suficiente con espiar a través de un osito de peluche. Se marcha indignado y enfadado con la maleta en la mano y acaba consolando a una devastada Bonnie en su casa. Mira, Bon-Bon, deja el alcohol, deja de dorar la píldora a Denver, deja de llevar la contraria a Nate y pon un poco de orden a tu vida para volver a los brazos de Annalise y ayudarle con la demanda colectiva. Si enemigos esta temporada ya tenemos suficientes, no necesitamos a otra más que moleste como una niña enrabietada.
El resto de la pandilla sigue a lo suyo, entre helados, ginebra, música R&B y conversaciones que nos cautivan por ser más humanas que de costumbre. Se agradece que abandonen un rato esa atmósfera trash propia de Crímenes imperfectos. Connor se ha enderezado un poco. Ayudar a Annalise le ha servido como chute de adrenalina. Y a nosotros, que solo queríamos empujarle por un barranco. Walsh, te volvemos a querer. Laurel sufre la visita sorpresa de su padre mientras sonríe entre copas de champán que no puede beber y recursos de vestuario propios de series de televisión para tapar su embarazo. Además, junto con Oliver y Michaela, la muchacha sigue encontrando razones por las cuales papá Castillo mató a Wes. Y de CSI nos vamos a Mr. Robot, con servidores, hackeos y archivos informatizados que el trío calavera debe encontrar y publicar para arruinar a Antares.
Pero por favor, si acabáis con uno, no hace falta que os llevéis por delante a otro. Queremos que Teagan dure y no muera o acabe en la cárcel. Queremos más personajes como ella, que se lamenta por no tener sexo desde hace mucho tiempo, pero después se olvida porque va a ser millonaria y fundar su propio despacho de abogadas. Con eso sí podemos empatizar y no con las ojeras del atormentado del doctor Isaac o con el enamorado de Frank, que se pasea sin camiseta, hace pesas y saca muy buenas notas porque su vida está tan acabada que solo puede estudiar para pensar que tendrá una nueva. Frank se ha quedado en la primera temporada. ¡Mañana te ponemos al día!
Annalise podría contarle todo esto a Sam en la carta: "cariño, todo se ha desmoronado desde que te mataron con un trofeo en el recibidor de casa, como si fuera el Cluedo". Desde entonces, nuestra protagonista, de interpretación intensa y desvivida, se ha quedado sin hogar, sin hijo putativo, sin estudiantes, sin reputación, sin trabajo y ahora vive en un hotel lúgubre, un psicólogo mentiroso le trata su alcoholismo y un gay le cuenta sus penurias con su novio y su padre. Esta temporada está desempolvando todas las miserias habidas y por haber. Y después de todo lo que hemos vivido con esta gran familia disfuncional, lo próximo solo puede ser peor y más grave.
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