Cómo molan esos días tontos en el trabajo. Esos días tontos y esos tontos todos los días. Grey vuelve a esos episodios tróspidos, chorras, sui géneris, muy de su padre pero todavía más de su puñetera madre. Es la mejor manera posible de enterrar la gran pérdida que sufrió nuestro reparto: a Riggs muerto, ni Riggs puesto ni hostias. Yates, portadas, quiquis sorpresa y qué hace esa pistola en ese chumino. ¿Nathan quién?
Empezamos por el grueso que da título al episodio. Quiero montarme en tu velero, quitarte el sombrero y hacernos eso ay, ay, ay, ay. Con esta premisa para nada homoerótica esperábamos un Titanic lleno de testosterona para amenizar el plan de las chicas con sus vaginas semiautomáticas. Machotes a la mar, haciendo nudacos con cuerdacas ahí tó gordas, trincando birracas. Y fileteando bacaladillas bien finitas para hacerlas al pil pil. Todo muy circense. La cerveza del Lidl pronto se nos sube a la cabeza y nuestros machos empiezan a tomar decisiones ejecutivas: meter el spin-off con calzador y todos sus huevos.
Aunque es Jackson quien organiza tan magno evento de etiqueta, la fiesta se la lleva el marido de Bailey con ese nuevo viraje laboral: "queridos cuñados, máquinas, machotes míos, cracks compadres, me he cansado de ser cirujano después de ya haber abandonado la anestesiología y ahora quiero ser artista, oh mamá, ser protagonista bombero". La sutileza para el tema de introducir los backdoor pilots es nula. La diferencia está en que cuando pasó lo de Addison se nos rompió el corazón, y ahora no vemos que la hora en que se vaya este mojón danzante llegue lo suficientemente pronto.
Qué personaje, qué evolución, qué vértigo y qué consistencia.
Marimerce tiene otro frente, la siempre recurrente tragicomedia: Los Ángeles de Alex. La entrañable Jopelines está en proceso de asumir su adultez y necesita pasar por las ya no tan férreas manos de la dueña del cortijo para darse cuenta de su valía y que es hora de dejar de huir. Jo termina siendo "la residente estrella" de Meredith y, diez minutos después, cándida candidata principal para ser residenta jefa. Honor, sí. Por descarte, también. Entre la que muere electrocutada, la que ardió como el ave fénix, la que va y viene según a Arizona le den furores uterinos y el que Cristina raptó, ¿a quién le van a dar el puesto? A la que no se va a una serie de bomberos. Jopelines va a ser la jefa. Jefa de ella misma, porque no queda nadie más. Lo que viene siendo ser autónoma. Ya verás tú qué risas con la trama de pagar por trabajar. Te vas a cagar, bonita.
Mientras, con las Destiny's Child en descomposición, tenemos la suerte de ver nacer un nuevo grupo: las Tinder Mix. April en constante sequía sexual cada vez que Jackson la ignora, Arizona abandonada por su Dra. Ravioli Orgasmo en un visto y no visto, y ahora Maggie, que con algo tendrá que entretenerse la pobre. Se encaraman las tres a un mostrador a hacer match aquí, match allá, maquíllate, maquíllate. Como es habitual, nuestras solteronas de oro se quedan para vestir santos y sólo parece triunfar la hija perdida de Grey Madre. Hasta que también se va por la pata abajo. Qué virus estomacal más malo va rondando el hospital estos días. Una trama muy C para rellenar y recordarnos a todos que la vida no mejora siendo cirujana de éxito, inteligente, bella, secundona y con dineros.
Terminamos este alegre despropósito de episodio obviando la aparición de la nueva remesa de becarios muy por los pelos: no sabemos ni cómo ni por qué, pero DeLuca vive en un constante estado de miembro de su pasado retornando por sorpresa en un momento incómodo. Eso y el tema de llevar maquillaje de drag queen en los abdominales, pero vamos a centrarnos en el primer Expediente X. ¿Quién es esa niña? ¿Otra hermana sexóloga? ¿La Dra. Baby Dildos como capitana de la trigésimo octava generación de internos/sacrificios mortales a la diosa Shonda? De qué va esta vaina, quiero saber yo.
Os recordamos que la semana que viene es el hiperapoteósico episodio 300 y os quiero a todos aquí dando guerra como espartanos, o griegos, o tracios o lo que sea que fuera Gerard Butler en bolas.
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