Con el episodio de esta semana de Riverdale, podemos decir que la serie se ha dejado de preámbulos y de introducciones de tramas y conflictos para recuperar el alma y la esencia de la primera temporada. Durante este episodio, hemos visto todas las cosas que nos gustaron de la primera temporada: la alianza Betty-Veronica, el drama de ser Cheryl y los abdominales que Archie tanto se trabajó en la obra.
El episodio arranca con Betty descubriendo que Black Hood no ha matado a Nick St. Clair, tal y como ella le pidió. Él le dice claramente que Nick no es uno de los hijos de Riverdale y que no tiene por qué morir, solo era una prueba para que Betty se diera cuenta de que es como él. Pero esta no es la única sorpresa del día para ella, nuestra rubia favorita descubre a Jughead desayunando con Toni y entiende que seguirle el juego a Black Hood arruinará su vida.
Después de una reunión en casa de los Cooper, donde se encuentran todos los padres e hijos de Riverdale, la alcaldesa McCoy decide hacer una redada en el Instituto de Southside, lo que traerá consecuencias para todos nuestros protagonistas.
En primer lugar, Jughead de debe enfrentar a la detención de sus nuevos amigos mientras que Archie le salva de la policía. Esto ocasionará que Los Serpientes, si quieren seguir viviendo en Riverdale, deban unirse a su mayor rival: Los Gules. Jughead no puede aceptar esto debido a que Los Gules son los traficantes de jingle-jangle. El joven escritor necesita mantener la paz entre las bandas pero, al mismo tiempo, defender sus ideales. Jughead, junto con Archie, decide visitar a FP en la cárcel en busca de consejo. El consejo es simple: una carrera de coches jugándote la unión de las bandas y el instituto de Southside. Llamadme raro, pero no creo que este sea el consejo que deba dar un padre a un hijo... pero esto es Riverdale, así que preparad vuestras chaquetas de cuero, engominaos el pelo hacia atrás y poned la banda sonora de Grease para disfrutar el momento.
En segundo lugar, Betty parece haber hecho las paces con su amiga Veronica y juntas deciden ir a la caza de Sugar Man por orden de Black Hood, el traficante que abastece de droga a todo Riverdale. Tras acudir a Cheryl por si sabía algo, deciden acudir a un camello que trafica con jingle-jangle. Finalmente, Betty y Veronica son atrapadas y llevadas ante el líder de los Gules, donde por sorpresa se encontrarán con Archie y Jughead.
Por último, Cheryl descubre que los St. Clair han comprado el silencio de su madre, pero nuestra pelirroja preferida se ha hecho con el cheque y hasta que su madre no le dé la identidad del actual Sugar Man no piensa devolvérselo. Tras varias idas y venidas, Cheryl descubre el nombre del traficante: Mr. Phillips, el profesor de Jughead. Esta revelación, personalmente, me ha dejado algo frío, ya que me esperaba que fuera uno de los progenitores de nuestros protagonistas. Sin duda, habría sido mucho más interesante.
El episodio concluye con Los Gules detenidos en la carrera de coches ya que Archie avisó al Sheriff Keller. Ahora Los Serpientes no terminan de confiar en Jughead porque piensan que en cualquier momento les puede traicionar. Además, al final del episodio, podemos ver como Veronica le confiesa a sus padres que Nick intentó abusar de ella. Los Lodge han dejado claro que su familia es sagrada y nadie les hará daño. Al día siguiente, Veronica descubre las ventajas de ser una Lodge al enterarse de que "accidentalmente" los St. Clair tuvieron un accidente de coche.
Este episodio nos devuelve la esencia del grupo que pudimos ver en la primera temporada pero es mayor el regalo de volver a ver a Cheryl llena de energía y lista para retomar su reinado en Riverdale.
P.D.: Karma is a bitch.
P.D. 2: Mención especial para Betty y su habilidad como mecánica.
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